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Consistencia
El plan de consistencia o de composición (planomeno) se opone al plan de organización y de desarrollo. La organización y el desarrollo conciernen a forma y sustancia: desarrollo de la forma y, a la vez, formación de sustancia o de sujeto. Pero el plan de consistencia ignora la sustancia y la forma: las haecceidades, que se inscriben en ese plan, son precisamente modos de individuación que no proceden ni por la forma ni por el sujeto. El plan consiste abstractamente, pero realmente, en las relaciones de velocidad y de lentitud entre elementos no formados, y en las composiciones de afectos intensivos correspondientes ("longitud" y "latitud" del plan). En un segundo sentido, la consistencia reúne concretamente los heterogéneos, los heteróclitos, como tales; asegura la consolidación de los conjuntos difusos, es decir, de las multiplicidades del tipo rizoma.
Fuerzas no pensables.
En todos los dominios, hemos terminado por creer en una jerarquía que iría de lo simple a lo complejo, siguiendo una escala materia-vida-espíritu. Pero, quizás, al contrario, la materia sea más compleja que la vida, y la vida una simplificación de la materia. Tal vez los ritmos y las duraciones vitales no estén organizados y medidos por una forma espiritual sino que mantienen su articulación de adentro, de procesos moleculares que los atraviesan. En filosofía también hemos abandonado la pareja tradicional entre una materia pensable indiferenciada, y las formas de pensamiento del tipo categorías o grandes conceptos. Intentamos trabajar con materiales de pensamiento muy elaborados, para volver pensables fuerzas que no son pensables por sí mismas. Es la misma historia que para la música cuando elabora un material sonoro para volver audibles fuerzas que no lo son en sí mismas. En música, no se trata de un oído absoluto, sino de un oído imposible que puede colocarse sobre alguien, sobrevenir brevemente a alguien. En filosofía, no se trata de un pensamiento absoluto tal como la filosofía clásica quería encarnarlo, sino de un pensamiento imposible, es decir de la elaboración de un material que vuelve pensables las fuerzas que no lo son por sí mismas.
De lo minoritario
La minoría solo tiene sentido en relación con una mayoría dominante, en cuyo seno surge, a la que desterritorializa, politiza y abre hacia nuevas formas de expresión y enunciación. La mayoría define siempre un estado de dominación. La minoría surge distorsionando las mayorías existentes, transformándolas, obligándolas a entrar en devenires creadores.
El devenir siempre es minoritario, porque supone la apertura a lo nuevo y lo mayoritario siempre está ya ahí, como algo dado y efectivo. Por eso nunca hay devenir mayoritario, nunca se deviene mayoritario, mayoritario se es ya desde siempre. Las minorías no se definen por sus puntos de origen o de llegada como las mayorías sino por el medio, por la trayectoria, por la línea que describen.
Lo minoritario es un fenómeno de frontera, de límite, ya que es en las fronteras, donde lo uno se aproxima a lo otro; a lo extranjero y por eso mismo, la frontera es el lugar de apertura a la novedad, es el lugar de las mezclas donde lo interior y lo exterior apenas se distinguen.
Pintura: Carlos Alonso L.E.S 1963
Del deseo
No es el deseo el que se apoya sobre las necesidades, sino al contrario, son las necesidades las que se derivan del deseo: son contraproductos en lo real que el deseo produce.
“Hay que describir el agenciamiento en el que tal o cual deseo se hace posible...”
Pliegues por todas partes...
“A menudo hay que hacer un esfuerzo para leer a Nietzsche sin adoptar referencias personalistas”
No más personas, pliegues...
Adentro como interiorización del afuera
Adentro como doblez del afuera.
Plegar es hacer un doblez.
Deleuze: No hay literalmente necesidad del pliegue, pero si quieres sobrevivir, más vale hacerlo.
Trayectos y devenires: Lo que dicen los niños.
Una concepción cartográfica es muy distinta de la concepción arqueológica del psicoanálisis. Éste vincula profundamente lo inconsciente a la memoria: es una concepción memorial, conmemorativa o monumental, que se refiere a personas y objetos, pues los medios no son más que ámbitos capaces de conservarlos, de identificarlos, de autentificarlos. Desde este punto de vista, la superposición de las capas está necesariamente atravesada por una flecha que va de arriba abajo y se va hundiendo. Por el contrario, los mapas se superponen de tal modo que cada cual encuentra un retoque en el siguiente, en vez de un origen en los anteriores: de un mapa a otro, no se trata de la búsqueda de un origen, sino de una evaluación de los desplazamientos. Cada mapa es una redistribución de callejones sin salida y de brechas, de umbrales y de cercados, que va necesariamente de abajo arriba. No sólo es una inversión de sentido, sino una diferencia de naturaleza: el inconsciente ya no tiene que ver con personas y objetos, sino con trayectos y devenires; ya no es un inconsciente de conmemoración, sino de movilización, cuyos objetos, más que permanecer sepultados bajo tierra, emprenden el vuelo.
Guattari y Lacan
Una de las cuestiones claves de la relación entre Lacan y Guattari será
la postura ante el significante. El papel central del significante para el
estructuralismo, es una de las críticas de Guattari. También el esfuerzo por
matematizar el inconsciente de forma sistemática, anulando (según Félix) la
riqueza del inconsciente Freudiano, abierto al mito y al sueño. Por
otro lado, la reducción Lacaniana de la pluralidad de semióticas en beneficio
de la lingüística. No se trata para Guattari de quitarle importancia al
significante, desde ya que la tiene, pero no se puede pensar en términos de
universales.
Sin embargo y a pesar de la crítica del antiedipo, Guattari nunca descalifico de manera total a Lacan.

Sin embargo y a pesar de la crítica del antiedipo, Guattari nunca descalifico de manera total a Lacan.

El
objeto de nuestros ataques no es la ideología del psicoanálisis sino el
psicoanálisis en cuanto tal, tanto en su práctica como en su teoría. Y no hay,
en este aspecto, contradicción alguna en sostener que el psicoanálisis es algo
extraordinario y, al mismo tiempo, que desde el principio marcha en una
dirección errónea. El giro idealista está presente desde el comienzo. Pero no
es contradictorio: aunque la putrefacción ya está en el origen, en ella crecen
espléndidas flores. Lo que nosotros llamamos idealismo en el psicoanálisis es
todo un sistema de proyecciones y reducciones propias de la teoría y de la
práctica del análisis: reducción de la producción deseante a un sistema de
representaciones llamadas inconscientes, y a las formas de motivación, de
expresión y de comprensión correspondientes; reducción de la fábrica del
inconsciente a un escenario dramático, Edipo o Hamlet; reducción de las catexis
sociales de la libido a catexis familiares, desviación del deseo hacia
coordenadas familiaristas, Edipo, una vez más. No queremos decir que el
psicoanálisis haya inventado a Edipo. Se limita a responder a la demanda, cada
cual se presenta con su Edipo. El psicoanálisis no hace más que elevar Edipo al
cuadrado –un Edipo de transferencia, un Edipo de Edipo– en la ciénaga del
diván. Pues, ya sea familiar o analítico, Edipo es fundamentalmente un aparato
de represión de las máquinas deseantes, en absoluto una formación propia del
inconsciente en cuanto tal. Tampoco deseamos sostener que Edipo, o sus
equivalentes, varíen según las formaciones sociales consideradas. Estamos más
inclinados a creer, como los estructuralistas, que se trata de una constante.
Pero es la constante de una desviación de las fuerzas del inconsciente. Por eso
atacamos a Edipo: no en nombre de unas sociedades que no implicarían a Edipo,
sino debido a la sociedad que lo implica de un modo eminente, la nuestra, la
capitalista. No atacamos a Edipo en nombre de ideales pretendidamente
superiores a la sexualidad, sino en nombre de la propia sexualidad, que no se
reduce al “sucio secretito de familia”. No establecemos diferencia alguna entre
las variaciones imaginarias de Edipo y la constante estructural, puesto que se
trata en ambos extremos del mismo atolladero, del mismo avasallamiento de las
máquinas deseantes. Lo que el psicoanálisis llama la solución o la disolución
de Edipo es en extremo cómico, ya que se trata precisamente de la puesta en
marcha de la deuda infinita, el análisis interminable, la epidemia edípica, su
transmisión de padres a hijos. Cuánto desatino, cuántas estupideces han podido
decirse en nombre de Edipo, especialmente a propósito de los niños. Una
psiquiatría materialista es aquella que introduce la producción en el deseo y
viceversa, la que introduce al deseo en la producción. El delirio no remite al
padre, ni siquiera al nombre del padre, sino a todos los nombres de la
Historia. Es algo así como la inmanencia de las máquinas deseantes en las
grandes máquinas sociales. Es la ocupación del campo social histórico por parte
de las máquinas deseantes. Lo único que el psicoanálisis ha comprendido de la
psicosis es su línea “paranoica”, la que conduce a Edipo, a la castración y a
todos esos aparatos represivos que se han inyectado en el inconsciente. Pero el
fondo esquizofrénico del delirio, la línea “esquizofrénica” que diseña un campo
ajeno a la familia, se le ha escapado por completo. Foucault decía que el
psicoanálisis seguía siendo sordo a la voz de la sinrazón. Y, efectivamente, el
psicoanálisis lo neurotiza todo y, mediante tal neurotización, no contribuye
únicamente a producir esa neurosis cuya curación es interminable, sino al mismo
tiempo a reproducir al psicótico como aquel que se resiste a la edipización.
Carece por completo de una posibilidad de acceso directo a la esquizofrenia. Y
pierde igualmente la naturaleza inconsciente de la sexualidad debido a su
idealismo, al idealismo familiarista y teatral. F. Guattari
Ritornelo
• Es
territorial. Es un agenciamiento territorial
• Relación
concomitante con la tierra, conlleva una tierra, relación esencial con lo
natal, con lo originario.
• Tres
momentos sucesivos. Tres aspectos de una sola y misma cosa. Son simultáneos (se
hacen simultáneos)
Tres aspectos del ritornelo:
1. Caos:
inmenso agujero negro. Esfuerzo por fijar un punto frágil como centro.
2. Organizar
alrededor del punto, una andadura (mas que una forma), tranquila y estable. Una
andadura es un movimiento o avance en el espacio-tiempo, acción o modo de
andar. Sinónimo de andadura: andada, caminata, recorrido, trayecto, etapa.
Antónimo: inactividad. El agujero negro deviene casa.
3. Se
introduce en esa andadura, una salida fuera del agujero negro.
Klee
muestra los tres aspectos y su relación. Habla del punto gris y no del agujero
negro, por razones pictóricas:
1.Punto
gris: Caos no dimensional, fuerza del caos, manojo, enmarañado de líneas
aberrantes.
2.El punto
salta por encima de sí mismo. Hace irradiar un espacio dimensional. Capas
horizontales y verticales. Fuerza interna terrestre (también esa fuerza aparece
en la atmósfera y en el agua). El punto gris ahora es morada o la casa.
3.El punto
se lanza y sale de sí mismo, bajo la acción de fuerzas centrífugas errantes,
desplegadas hasta la esfera del cosmos.
De la escritura
El límite no está fuera del lenguaje, sino que es su afuera: se compone de visiones y de audiciones no lingüísticas, pero que sólo el lenguaje hace posibles. También existen una pintura y una música propias de la escritura, como existen efectos de colores y de sonoridades que se elevan por encima de las palabras. Vemos y oímos a través de las palabras, entre las palabras. Beckett hablaba de «horadar agujeros» en el lenguaje para ver u oír «lo que se oculta detrás».
Liberar las energías
Queremos abrir nuestro cuerpo al
cuerpo del otro y de los otros, dejar pasar las vibraciones, circular las
energías, combinar los deseos para que cada uno pueda dar libre curso a todas
sus fantasías, a todos sus éxtasis, para que pueda vivir por fin sin
culpabilidad, sin inhibición de todas las prácticas voluptuosas individuales,
duales o plurales, que tenemos imperiosamente necesidad de vivir para que
nuestra realidad cotidiana no sea esta lenta agonía que la civilización
capitalista y burocrática impone como modelo de existencia a aquellos que
enrola. Queremos extirpar de nuestro ser al tumor maligno de la culpabilidad,
raíz milenaria de todas las opresiones.
Eliminar el adiestramiento
Este cuerpo viviente queremos liberar,
descuadrilar, desbloquear, descongestionar, para que libere sobre sí mismo
todas las energías, todos los deseos, todas las intensidades aplastadas por el
sistema social de inscripción y adiestramiento. Queremos recuperar el pleno ejercicio
de cada una de nuestras funciones vitales con su potencial integral de placer. Queremos recuperar
las facultades que son tan elementales como el placer de respirar, el cual ha
sido literalmente estrangulado por las fuerzas de opresión y contaminación,
queremos recuperar el placer de comer, de digerir, perturbado por el ritmo de
rendimiento y la sucia comida producida y preparada según los criterios de la
rentabilidad mercantil; el placer de cagar y el goce del culo sistemáticamente
masacrado por el adiestramiento intrusivo de los esfínteres, por el cual la
autoridad capitalista inscribe incluso en la carne sus principios fundamentales
(relaciones de explotación, neurosis de acumulación, mística de la propiedad,
de la limpieza, etc.); el placer de masturbarse felizmente sin vergüenza, sin
angustia ni por fracaso o compensación, sino simplemente el placer de masturbarse;
el placer de vibrar, de murmurar, de hablar, de caminar, de moverse, de
expresarse, de delirar, de cantar, de jugar con su cuerpo de todas las maneras
posibles. Queremos recuperar el placer de producir placer, de crear,
despiadadamente anulado por los aparatos educativos encargados de fabricar a
los trabajadores (consumidores obedientes).
Félix Guattari
Pensamiento al aire libre
Quienes leen a Nietzsche sin reírse mucho y con frecuencia, sin sufrir de vez en cuando de ataques de risa, es como si no lo hubiesen leído. Y esto no vale sólo para Nietzsche, sino para todos los autores que constituyen ese preciso horizonte de nuestra contra-cultura. Lo que manifiesta nuestra decadencia, nuestra degeneración, es la manera en que tenemos necesidad de recurrir a la angustia, a la soledad, a la culpabilidad, al drama de la comunicación y a todo lo que hay de trágico en la interioridad. Sin embargo, hasta el propio Max Brod nos cuenta que el auditorio no podía evitar partirse de risa mientras Kafka leía El proceso. Y es como mínimo difícil leer a Beckett sin reírse, sin ir de un rato de alegría a otro. La risa, y no el significante. Risa, esquizofrénica o revolucionaria, es lo que emana de estos grandes libros, y no la angustia de nuestro narcisismo privado o de los terrores de nuestra culpabilidad. Podemos llamar a esto «la comicidad de lo sobrehumano» o «el payaso de Dios», pero los grandes libros siempre irradian una indescriptible alegría, aunque hablen de cosas horribles, desesperantes o terroríficas. Todo gran libro opera en sí una transmutación y constituye una salud futura. No es posible dejar de reír mientras se desbaratan los códigos. Al poner el pensamiento en relación con el exterior, surgen momentos de risa dionisíaca, y en eso consiste el pensamiento al aire libre.
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Gilles y Félix

Mil mesetas
Bibliografía de Gilles Deleuze en castellano
DELEUZE, Gilles, Empirismo y Subjectividad (Madrid: Gedisa, 1981) tr. Hugo Acevedo. Prefacio de Oscar Masotta.
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DELEUZE, Gilles, Dos regímenes de locos. Textos y entrevistas (1975-1995) pre-textos 2007