"Dime la capacidad de Afección que tienes,
y te diré lo que eres"De las afecciones y la potencia
Spinoza no dirá que las instituciones sociales nos suministran modelos, dirá que ellas nos llenan de afecciones. Una institución social es una máquina de afectos, llena vuestro poder de ser afectado.
“La potencia está necesariamente efectuada en función de los agenciamientos en los cuales entra el individuo.”
Según cada agenciamiento se producen circulaciones y transformaciones de afecto, siendo un agenciamiento un lugar de paso, un lugar de transformación de afectos intensivos.
Derrames.
Una presencia de lo Otro
Hegel edifica su sistema como un sólido y seguro puente que nos llevaría del solipsismo individualista a lo societal y comunitario: del Yo al Nosotros. Pero el puente, en tanto que puente, está suspendido en un abismo. Blanchot cree que lo humano se juega en ese precipicio, se juega a condición de afirmar —y no de anular, o reducir— esa fractura infinita. Los extremos no son el Ego y la Comunidad, sino, como se ha visto, el Yo — y lo Otro. Sin embargo, y he aquí otra sorpresa, lo Otro sigue siendo humano. “Sólo el hombre me es absolutamente extraño”, confiesa el dialogante. Lo desconocido no es lo que el hombre no es. No se encuentra en una especie de espacio exterior. Lo desconocido se revela en la —siempre ambigua— relación del hombre con el hombre.
La pasión de la pregunta.Blanchot y la filosofía
Sergio Espinosa Proa
La pasión de la pregunta.Blanchot y la filosofía
Sergio Espinosa Proa
Negri lector de Mil mesetas
Las Mil Mesetas se apropian de lo postmoderno y de las teorías de la débil hermenéutica: anticipan una nueva teoría de expresión, un nuevo punto de vista ontológico – un instrumento que les permite encargarse de la postmodernidad, revelar y dinamitar sus estructuras. Encontramos aquí un pensamiento fuerte, aún cuando sea aplicado a la "debilidad" de lo cotidiano. Para su proyecto, la cuestión es tomar lo creado desde el punto de vista de la creación. Este proyecto no tiene nada de idealista: la fuerza creativa es un rizoma material, al mismo tiempo máquina y espíritu, naturaleza e individuo, singularidad y multiplicidad – y el escenario es la historia, desde el año 10.000 A. C. hasta hoy. Lo moderno y lo postmoderno son rumiados y digeridos, y reaparecen para ayudar a fertilizar una hermenéutica del futuro. Al releer Mil Mesetas diez años después, lo más impresionante es la increíble capacidad de anticipación expresada allí. El desarrollo de la ciencia de las computadoras y la automatización, el nuevo fenómeno de la sociedad de los medios y la interacción comunicativa, los nuevos caminos seguidos por las ciencias naturales y por la tecnología científica en electrónica, en biología, en ecología, etc., no solamente son considerados sino tomados en cuenta como un horizonte epistemológico, y no ya como un mero tejido fenomenológico en extraordinaria aceleración. Pero la superficialidad del contexto en que la dramaturgia del futuro tiene lugar es de hecho ontológica – una dura e irreducible superficialidad que es precisamente ontológica y no trascendental, constitutiva y no sistémica, creativa y no liberal. Antonio Negri
Líneas
Jean Dubuffet |
Hay líneas que representan cosas y otras que son abstractas. Hay líneas segmentarias y otras que carecen de segmentos. Hay líneas direccionales y líneas dimensionales. Hay líneas que, sean o no abstractas, forman contornos, y hay otras que no los forman. Estas son las más hermosas. Pensamos que las líneas son los elementos constitutivos de las cosas y de los acontecimientos. Por ello, cada cosa tiene su geografía, su cartografía, su diagrama. Lo interesante de una persona son las líneas que la componen, o las líneas que ella compone, que toma prestadas o que crea.
Los intelectuales y el poder. Michel Foucault-Gilles Deleuze
Michel Foucault: Un mao me decía: «entiendo bien por qué Sartre está con nosotros, por qué hace política y en qué sentido la hace; respecto a ti, en último término, comprendo un poco; tú has planteado siempre el problema del encierro. Pero Deleuze verdaderamente no lo entiendo». Esta cuestión me ha sorprendido enormemente porque a mí esto me parece muy claro.
Gilles Deleuze: Se debe posiblemente a que estamos viviendo de una nueva manera las relaciones teoría-práctica. La práctica se concebía tanto como una aplicación de la teoría como una consecuencia, tanto al contrario como debiendo inspirar la teoría como siendo ella misma creadora de una forma de teoria futura. De todos modos se concebían sus relaciones bajo la forma de un proceso de totalización, en un sentido o en el otro. Es posible que, para nosotros, la cuestión se plantee de otro modo. Las relaciones teoría-práctica son mucho más parciales y fragmentarias. Por una parte una teoría es siempre local, relativa a un campo pequeño, y puede tener su aplicación en otro dominio más o menos lejano. La relación de aplicación no es nunca de semejanza. Por otra parte, desde el momento en que la teoría se incrusta en su propio dominio se enfrenta con obstáculos, barreras, choques que hacen necesario que sea relevada por otro tipo de discurso (es este otro tipo el que hace pasar eventualmente a un dominio diferente). La práctica es un conjunto de conexiones de un punto teórico con otro, y la teoría un empalme de una práctica con otra. Ninguna teoría puede desarrollarse sin encontrar una especie de muro, y se precisa la práctica para agujerearlo. Por ejemplo, usted; usted ha comenzado por analizar teóricamente un modo de encierro como el manicomio en el siglo XIX en la sociedad capitalista. Después desembocó en la necesidad de que personas precisamente encerradas se pusiesen a hablar por su cuenta, que operasen una conexión (o bien al contrario es usted quien estaba en conexión con ellos), y esas personas se encuentran en las prisiones, están en las prisiones. Cuando usted organizó el grupo de información sobre las prisiones fue sobre esta base: instaurar las condiciones en las que los prisioneros pudiesen ellos mismos hablar. Sería completamente falso decir, como parecía decir el mao, que usted pasaba a la práctica aplicando sus teorías No había en su trabajo ni aplicación, ni proyecto de reforma, ni encuesta en el sentido tradicional. Habla algo muy distinto: un sistema de conexión en un conjunto, en una multiplicidad de piezas y de pedazos a la vez teóricos y prácticos. Para nosotros el intelectual teórico ha dejado de ser un sujeto, una conciencia representante o representativa. Los que actúan y los que luchan han dejado de ser representados ya sea por un partido, ya sea por un sindicato que se arrogarla a su vez el derecho de ser su conciencia. ¿Quién habla y quién actúa? Es siempre una multiplicidad, incluso en la persona, quien habla o quien actúa. Somos todos grupúsculos. No existe ya. la representación, no hay más que acción, acción de teoría, acción de práctica en relaciones de conexión o de redes.
M. F.: Me parece que la politización de un intelectual se hace tradicionalmente a partir de dos cosas: su posición de intelectual en la coincidían forzosamente. Había el tipo del «maldito» y el tipo del «socialista». Estas dos politizaciones se confundirían fácilmente en ciertos momentos de reacción violenta por parte del poder, después del 48, después de la Comuna, después de 1940: el intelectual era rechazado, perseguido en el momento mismo en que las «cosas» aparecían en su «verdad», en el momento en que no era preciso decir que el rey estaba desnudo. El intelectual decía lo verdadero a quienes aún no lo velan y en nombre de aquellos que no podían decirlo: conciencia y elocuencia.
Ahora bien, lo que los intelectuales han descubierto después de la avalancha reciente, es que las masas no tienen necesidad de ellos para saber; saben claramente, perfectamente, mucho mejor que ellos; y lo afirman extremadamente bien. Pero existe un sistema de poder que obstaculiza, que prohibe, que invalida ese discurso y ese saber. Poder que no está solamente en las instancias superiores de la censura, sino que se hunde más profundamente, más sutilmente en toda la malla de la sociedad. Ellos mismos, intelectuales, forman parte de ese sistema de poder, la idea de que son los agentes de la «conciencia» y del discurso pertenece a este sistema. El papel del intelectual no es el de situarse «un poco en avance o un poco al margen» para decir la muda verdad de todos; es ante todo luchar contra las formas de poder allí donde éste es a la vez el objeto y el instrumento: en el orden del «saber», de la «verdad», de la «conciencia», del «discurso».
Es en esto en lo que la teoría no expresa, no traduce, no aplica una práctica; es una práctica. Pero local y regional, como usted dice: no totalizadora. Lucha contra el poder, lucha para hacerlo aparecer y golpearlo allí donde es más invisible y más insidioso. Lucha no por una «toma de conciencia» (hace tiempo que la conciencia como saber ha sido adquirida por las masas, y que la conciencia como sujeto ha sido tomada, ocupada por la burguesía), sino por la infiltración y la toma de poder, al lado, con todos aquellos que luchan por esto, y no retirado para darles luz. Una «teoría» es el sistema regional de esta lucha.
G.D.: Eso es, una teoría es exactamente como una caja de herramientas. Ninguna relación con el significante... Es preciso que sirva, que funcione. Y no para uno mismo. Si no hay personas para utilizarla, comenzando por el teórico mismo, que deja entonces de ser teórico, es que no vale nada, o que el momento no llegó aún. No se vuelve sobre una teoría, se hacen otras, hay otras a hacer. Es curioso que sea un autor que pasa por un puro intelectual, Proust, quien lo haya dicho tan claramente: tratad mi libro como un par de lentes dirigidos hacia el exterior, y bien, si no os sirven tomad otros, encontrad vosotros mismos vuestro aparato que es necesariamente un aparato de combate. La teoría no se totaliza, se multiplica y multiplica. Es el poder quien por naturaleza opera totalizaciones, y usted, usted dice exactamente: la teoría por naturaleza está contra el poder. Desde que una teoría se incrusta en tal o cual punto se enfrenta a la imposibilidad de tener la menor consecuencia práctica, sin que tenga lugar una explosión, incluso en otro punto. Por esto la noción de reforma es tan estúpida como hipócrita. 0 bien la reforma es realizada por personas que se pretenden representativas y que hacen profesión de hablar por los otros, en su nombre, y entonces es un remodelamiento del poder, una distribución del poder qué va acompañada de una represión acentuada; o bien es una reforma, reclamada, exigida, por aquellos a quienes concierne y entonces deja de ser una reforma, es una acción revolucionaria que, desde el fondo de su carácter parcial está determinada a poner en entredicho la totalidad del poder y de su jerarquía. Es evidente en el caso de las prisiones: la más minúscula la más modesta reivindicación de los prisioneros basta para desinflar la pseudo-reforma Pleven. Si los niños consiguen que se oigan sus protestas en una Maternal, o incluso simplemente sus preguntas, esto sería suficiente para producir una explosión en el conjunto del sistema de la enseñanza; verdaderamente, este sistema en el que vivimos no puede soportar nada: de ahí su fragilidad radical en cada punto, al mismo tiempo que su fuerza de represión global. A mi juicio usted ha sido el primero en enseñarnos algo fundamental, a la vez en sus libros y en un terreno práctico: la indignidad de hablar por los otros. Quiero decir: la representación provocaba la risa, se decía que había terminado pero no se sacaba la consecuencia de esta reconversión teórica -a saber, que la teoría exigía que las personas concernidas hablasen al fin prácticamente por su cuenta.
M. F.: Y cuando los prisioneros se pusieron a hablar, tenían una teoría de la prisión, de la penalidad, de la justicia. Esta especie de discurso contra el poder, este contradiscurso mantenido por los prisioneros o por aquellos a quienes se llama delincuentes es en realidad lo importante, y no una teoría sobre la delincuencia. El problema de la prisión es un problema local y marginal puesto que no pasan más de 100.000 personas cada año por las prisiones; en total actualmente en Francia hay probablemente 300 ó 400.000 personas que pasaron por la prisión. Ahora bien, este problema marginal sacude a la gente. Me ha sorprendido ver que se pudiesen interesar por el problema de las prisiones tantas personas que no estaban en prisión; me ha sorprendido que tanta gente que no estaba predestinada a escuchar este discurso de los detenidos, lo haya finalmente escuchado. ¿Cómo explicarlo? ¿No será porque de un modo general el sistema penal es la forma, en la que el poder como poder, se muestra del modo más manifiesto? Meter a alguien en prisión, encerrarlo, privarlo de comida, de calefacción impedirle salir, hacer el amor.... etc., ahí está la manifestación del poder más delirante que se pueda imaginar. El otro día hablaba con una mujer que había estado en prisión y ella decía: «cuando se piensa que a mí, que tengo cuarenta años, se me ha castigado un día en prisión poniéndome a pan sólo». Lo que me llama la atención en esta historia es no solamente la puerilidad del ejercicio del poder, sino también el cinismo con el que se ejerce como poder, bajo la forma más arcaica, la más pueril, la más infantil. Reducir a alguien a pan y agua, eso se nos enseña de pequeños. La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. «Tengo razón para castigar puesto que sabéis que es mezquino robar, matar... » Es esto lo que es fascinante en las prisiones, que por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como tiranía llevada hasta los más ínfimos detalles, poder cínico y al mismo tiempo puro, enteramente «justificado» ya que puede formularse enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su tiranía salvaje aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden.
G. D.: Al mismo tiempo lo inverso es igualmente verdad. No son solamente los prisioneros los que son tratados como niños, sino los niños como prisioneros. Los niños sufren una infantilización que no es la suya. En este sentido es cierto que las es cuelas son un poco prisiones, las fábricas son mucho más prisiones. Basta con ver la entrada en Renault. 0 en otros sitios: tres bonos para hacer pipi en el día. Usted ha encontrado un texto de jeremías Bentham en el siglo XVIII que precisamente propone una reforma de las prisiones: en nombre de esta alta reforma, establece un sistema circular que hace a la vez que la prisión renovada sirva de modelo, y que se pase insensiblemente de la escuela a la manufactura, de la manufactura a la prisión e inversamente. Es esto la esencia del reformismo, de la representación reformada. Al contrario, cuando las gentes se ponen a hablar y a actuar en su propio nombre, no oponen una representación a otra semejante invertida, no oponen una representatividad a la falsa representatividad del poder. Por ejemplo, recuerdo que usted decía que no existe justicia popular contra la justicia, eso sucede a otro nivel.
M. F.: Pienso que, bajo el odio que el pueblo tiene a la justicia, a los jueces, a los tribunales, a las prisiones, no es conveniente ver solamente la idea de otra justicia mejor, más justa, sino, y en primer lugar, y ante todo, la percepción de un punto singular en el que el poder se ejerce a expensas del pueblo. La lucha antijudícial es una lucha contra el poder, no creo que esto sea una lucha contra las injusticias, contra las injusticias de la justicia, y por un mejor funcionamiento de la institución judicial. Es asimismo sorprendente que cada vez que ha habido motines, revueltas y sediciones, el aparato judicial ha sido el blanco, al mismo tiempo y al mismo título que el aparato fiscal, el ejército y las otras formas de poder. Mi hipótesis, pero no es más que una hipótesis, es que los tribunales populares, por ejemplo en el momento de la Revolución, han sido una manera, utilizada por la pequeña burguesía aliada a las masas, para recuperar, para recobrar el movimiento de lucha contra la justicia. Y para recobrarlo, se ha propuesto este sistema de tribunal que se refiere a una justicia que podría ser justa, a un juez que podría dictar una sentencia justa. La forma misma del tribunal pertenece a una ideología de la justicia que es la de la burguesía.
G. D.: Si se considera la situación actual, el poder tiene por fuerza una visión total o global. Quiero decir que todas las formas de represión actuales, que son múltiples, se totalizan fácilmente desde el punto de vista del poder: la represión racista contra los inmigrados, la represión en las fábricas, la represión en la enseñanza, la represión contra los jóvenes en general. No es preciso buscar solamente la unidad de todas estas formas en una reacción de Mayo del 68, sino mucho más en una preparación y en una organización concertadas de nuestro próximo futuro. El capitalismo francés necesita de un «volante» de paro, y abandona la máscara liberal y paterna¡ del pleno empleo. Es desde este punto de vista como encuentran su unidad: la limitación de la inmigración, una vez dicho que se confiaba a los emigrados los trabajos más duros e ingratos, la represión en las fábricas, ya que se trata de devolverle al francés el «gusto» por un trabajo cada vez más duro, la lucha contra los jóvenes y la represión en la enseñanza, ya que la represión de la policía es tanto más viva cuanto menos necesidad de jóvenes hay en el mercado de trabajo, Todas las clases de categorías profesionales van a ser convidadas a ejercer funciones policiales cada vez más precisas: profesores, psiquiatras, educadores en general, etc. Hay aquí algo que usted anuncia desde hace tiempo y que se pensaba que no se produciría: el refuerzo de todas las estructuras de encierro.
Entonces, frente a esta política global del poder, se hacen respuestas locales, cortafuegos, defensas activas y a veces preventivas. Nosotros no tenemos que totalizar lo que es totalizado por parte del poder, y que no podríamos totalizar de nuestro lado más que restaurando formas representativas de centralismo y de jerarquía. En contrapartida, lo que nosotros podemos hacer es llegar a instaurar conexiones laterales, todo un sistema de redes, de base popular. Y es esto lo que es difícil. En todo caso, la realidad para nosotros no pasa en absoluto por la política en sentido tradicional de competición y de distribución de poder, de instancias llamadas representativas a lo PC o a lo CGT. La realidad es lo que pasa efectivamente hoy en una fábrica, en una escuela, en un cuartel, en una prisión, en una comisaría Si bien la acción comporta un tipo de información de naturaleza muy diferente a las informaciones de los periódicos (así el tipo de
información de LAgence de Presse Libération).
información de LAgence de Presse Libération).
M. F.: Esta dificultad, nuestra dificultad para encontrar las formas de lucha adecuadas, ¿no proviene de que ignoramos todavía en qué consiste el poder? Después de todo ha sido necesario llegar al siglo XIX para saber lo que era la explotación, pero no se sabe quizá siempre qué es el poder. Y Marx y Freud no son quizá suficientes para ayudarnos a conocer esta cosa tan enigmática, a la vez visible e invisible, presente y oculta, investida en todas partes, que se llama poder. La teoría del Estado, el análisis tradicional de los aparatos de Estado no agotan sin duda el campo del ejercicio y del funcionamiento del poder. La gran incógnita actualmente es: ¿quién ejerce el poder? y ¿dónde lo ejerce? Actualmente se sabe prácticamente quién explota, a dónde va el provecho, entre qué manos pasa y dónde se invierte, mientras que el poder... Se sabe bien que no son los gobernantes los que detentan el poder. Pero la noción de «clase dirigente» no es ni muy clara ni está muy elaborada. «Dominar», «dirigir», «gobernar», «grupo en el poder», «aparato de Estado», etc., existen toda una gama de nociones que exigen ser analizadas. Del mismo modo, seria necesario saber bien hasta dónde se ejerce el poder, por qué conexiones y hasta qué instancias ínfimas con frecuencia, de jerarquía, de control, de vigilancia: de prohibiciones, de sujeciones. Por todas partes en donde existe poder, el poder se ejerce. Nadie, hablando con propiedad, es el titular de él; y, sin embargo, se ejerce siempre en una determinada dirección, con los unos de una parte y los otros de otra; no se sabe quién lo tiene exactamente; pero se sabe quién no lo tiene. Si la lectura de sus libros (desde el Nietzsche hasta lo que yo presiento de Capitalismo y esquizofrenia) ha sido para mí tan esencial es porque me parece que van muy lejos en el planteamiento de este problema: bajo ese viejo tema del sentido, significado, significante, etc., al fin la cuestión del poder, de la desigualdad de los poderes, de sus luchas. Cada lucha se desarrolla alrededor de un centro particular del poder (uno de esos innumerables pequeños focos que van desde un jefecillo, un guarda de viviendas populares, un director de prisiones, un juez, un responsable sindical, hasta un redactor jefe de un periódico). Y si designar los núcleos, denunciarlos, hablar públicamente de ellos, es una lucha, no se debe a que nadie tuviera conciencia, sino a que hablar de este tema, forzar la red de información institucional, nombrar, decir quién ha hecho, qué, designar el blanco, es una primera inversión del poder, es un primer paso' en función de otras luchas contra el poder. Si los discursos como los de los detenidos o los de los médicos de las prisiones son luchas, es porque confiscan un instante al menos el poder de hablar de las prisiones, actualmente ocupado exclusivamente por la administración y por sus compadres reformadores. El discurso de lucha no se opone al inconsciente: se opone al secreto. Eso da la impresión de ser mucho menos importante. ¿Y si fuese mucho más importante? Existen toda una serie de equívocos en relación a lo «oculto», a lo «reprimido», a lo «no dicho,», que permiten «psicoanalizar» a bajo precio lo que debe ser objeto de una lucha. Es posible que sea más difícil destapar el secreto que el inconsciente. Los dos temas que aparecían frecuentemente hasta hace poco: «la escritura es lo reprimido» y «la escritura es de pleno derecho subversiva» me parece que traicionan un cierto número de operaciones que es preciso denunciar severamente.
G. D.: En cuanto a este problema que usted plantea: se ve bien quien explota, quien se aprovecha, quien gobierna, pero el poder es todavía algo más difuso -yo haría la hipótesis siguiente: incluso y sobre todo el marxismo ha determinado el problema en términos de interés (el poder está poseído por una clase dominante definida por sus intereses)- De repente, se tropieza con la cuestión: ¿cómo es posible que gentes que no tienen precisamente interés sigan, hagan un maridaje estrecho con el poder, reclamando una de sus parcelas? Es posible que, en términos de inversiones, tanto económicas como inconscientes, el interés no tenga la última palabra; existen inversiones de deseo que explican que se tenga la necesidad de desear, no contra su interés, ya que el interés sigue siempre y se encuentra allí donde el deseo lo sitúa, sino desear de una forma más profunda y difusa que su interés. Es preciso estar dispuesto a escuchar el grito de Reich: ¡no, las masas no han sido engañadas, ellas han deseado el fascismo en un momento determinado! Hay inversiones de deseo que modelan el poder, y lo difunden, y hacen que el poder se encuentre tanto a nivel del policía como del primer ministro, y que no exista en absoluto una diferencia de naturaleza entre el poder que ejerce un simple policía y el poder que ejerce un ministro. La naturaleza de estas inversiones de deseo sobre un cuerpo social es lo que explica por qué los partidos o los sindicatos, que tendrían o deberían tener inversiones revolucionarias en nombre de los intereses de clase, pueden tener inversiones reformistas o perfectamente reaccionarias a nivel del deseo.
M. F.: Como usted dice, las relaciones entre deseo, poder e interés, son más complejas de lo que ordinariamente se piensa, y resulta que aquellos que ejercen el poder no tienen por fuerza interés en ejercerlo, aquellos que tienen interés en ejercerlo no lo ejercen, y el deseo de poder juega entre el poder y el interés un juego que es todavía singular. Sucede que las masas, en el momento del fascismo, desean que algunos ejerzan el poder, algunos que, sin embargo, no se confunden con ellas, ya que el poder se ejercerá sobre ellas y a sus expensas, hasta su muerte, su sacrificio, su masacre, y ellas, sin embargo, desean este poder, desean que este poder sea ejercido. Este juego del deseo, del poder y del interés es todavía poco conocido. Hizo falta mucho tiempo para saber lo que era la explotación. Y el deseo ha sido y es todavía un largo asunto. Es posible que ahora las luchas que se están llevando a cabo, y además estas teorías locales, regionales, discontinuas que se están elaborando en estas luchas y que hacen cuerpo con ellas, es posible que esto sea el comienzo de un descubrimiento de la manera en que el poder se ejerce.
G. D.: Pues bien, yo vuelvo a la cuestión: el movimiento revolucionario actual tiene múltiples focos, y esto no es por debilidad ni por insuficiencia, ya que una determinada totalización pertenece más bien al poder y a la reacción. Por ejemplo, el Vietnam es una formidable respuesta local. Pero, ¿cómo concebir las redes, las conexiones transversales entre estos puntos activos discontinuos, de un país a otro o en el interior de un mismo país?
M. F.: Esta discontinuidad geográfica de la que usted habla significa quizá esto: desde el momento que se lucha contra la explotación, es el proletariado quien no sólo conduce la lucha sino que además define los blancos, los métodos, los lugares y los instrumentos de lucha; aliarse al proletariado es unirse a él en sus posiciones, su ideología, es retomar los motivos de su combate. Es fundirse. Pero si se lucha contra el poder, entonces todos aquellos sobre los que se ejerce el poder como abuso, todos aquellos que lo reconocen como intolerable, pueden comprometerse en la lucha allí donde se encuentran y a partir de su actividad (o pasividad) propia. Comprometiéndose en esta lucha que es la suya, de la que conocen perfectamente el blanco y de la que pueden determinar el método, entran en el proceso revolucionario. Como aliados ciertamente del proletariado ya que, si el poder se ejerce tal como se ejerce, es ciertamente para mantener la explotación capitalista. Sirven realmente la causa de la revolución proletaria luchando precisamente allí donde la opresión se ejerce sobre ellos. Las mujeres, los prisioneros, los soldados, los enfermos en los hospitales, los homosexuales han abierto en este momento una lucha específica contra la forma particular de poder, de imposición, de control que se ejerce sobre ellos. Estas luchas forman parte actualmente del movimiento revolucionario, a condición de que sean radicales, sin compromisos ni reformismos, sin tentativas para modelar el mismo poder consiguiendo como máximo un cambio de titular. Y estos movimientos están unidos al movimiento revolucionario del proletariado mismo en la medida en que él ha de combatir todos los controles e imposiciones que reproducen en todas partes el mismo poder.
Es decir, que la generalidad de la lucha no se hace ciertamente en la forma de esta totalización de la que usted hablaba hace un momento, esta totalización teórica, en la forma de «verdad». Lo que produce la generalidad de la lucha, es el sistema mismo de poder, todas las formas de ejercicio y de aplicación del poder.
G. D.: Y no se puede tocar un punto cualquiera de aplicación sin encontrarse enfrentado a este conjunto difuso que desde ese momento se estará forzado a intentar reventar, a partir de la más pequeña reivindicación. Toda defensa o ataque revolucionario parciales se ensamblan con la lucha obrera.
Les intellectuels et le pouvoir. Rev. LArc, n.O 49, 2.' trimestre, 1972. Págs. 3-10.
Entrevista Michel Foucault-Gilles Deleuze
Entrevista Michel Foucault-Gilles Deleuze
Trabajo afectivo, por Michael Hardt.
Por biopoder entiendo el potencial del trabajo afectivo. El biopoder es el poder de crear vida, es la producción de subjetividades colectivas, de lo social y de la sociedad en sí. Los afectos y las redes de producción de afectos como principal objeto de análisis nos revela estos procesos como procesos de constitución social. Lo que se crea mediante las redes de trabajo afectivo es una forma de vida Cuando Foucault analiza la idea de biopoder, la contempla únicamente desde arriba. Se trata de la patria potestad, el derecho del padre sobre la vida y la muerte de sus hijos y siervos. O lo que es más importante, el biopoder es el poder de las fuerzas emergentes de potencial gobierno para crear, dirigir y controlar a la población el poder de controlar la vida. Otros estudios más recientes han llevado la idea de Foucault más allá determinando el biopoder como el reino de lo soberano sobre la “vida al desnudo”, la vida, aislada de sus diversas manifestaciones sociales. En cada caso, lo que está en juego en el poder es la vida en sí. Este tránsito político hacia la fase contemporánea del biopoder es paralelo a la transición económica que constituye la posmodernización del capitalismo en el que el trabajo inmaterial se encuentra en la posición hegemónica. También en este caso, en la creación de valor y en la producción de capital, lo esencial es la producción de vida, la creación, la dirección y el control de la población. Esta perspectiva foucaultiana del biopoder, sin embargo, sólo plantea la situación desde arriba, como la prerrogativa de un poder soberano. Cuando observamos la situación desde el punto de vista del trabajo que conlleva la producción biopolítica, podemos empezar a reconocer el biopoder como se manifiesta visto desde abajo. Lo primero que advertimos cuando adoptamos esta perspectiva es que el trabajo de la producción biopolítica está fuertemente configurado como un trabajo organizado de acuerdo al sexo. Es más, muchas corrientes de teoría feminista han desarrollado análisis en profundidad sobre la generación de biopoder desde las capas inferiores. Una vertiente del ecofeminismo emplea el término biopolítica (de manera que podría parecer muy diferente al uso que al término da Foucault) para referirse a la política de las varias manifestaciones de biotecnología que imponen las compañías transnacionales a las poblaciones y entornos, especialmente a regiones del mundo subordinadas. La Revolución Verde y otros programas tecnológicos que se han presentado como medios para un desarrollo económico capitalista han supuesto tanto una violación del entorno natural como un establecimiento de nuevos mecanismos de subordinación de la mujer. Estos dos efectos, en realidad se reducen a uno. Según estos autores, el papel tradicional de la mujer ha sido principalmente el de cumplir la función reproductiva. Este papel ha sido el más afectado por la intervención ecológica y biológica. Desde este punto de vista, por tanto, la mujer y la naturaleza se encuentran simultáneamente controladas, pero también cooperan contra el ataque de las tecnologías biopolíticas, con el fin de producir y reproducir vida. Mantenerse vivos: la vida se ha convertido en el tema crucial de la política y la lucha es la de las capas altas del biopoder contra las bajas. En un contexto muy diferente, varios autores feministas estadounidenses han analizado el papel fundamental que tiene el trabajo de la mujer en la producción y reproducción de vida. En particular, el trabajo afectivo que conllevan las labores maternas (aquí creamos una distinción entre las labores maternales y la tarea específicamente biológica que representa el dar a luz) ha demostrado ser un terreno extraordinariamente rico para el análisis de la producción biopolítica. En este caso la producción biopolítica consiste principalmente en el trabajo que conlleva la creación de vida. No me refiero a la actividad de la procreación, sino la creación de vida precisamente a través de la producción y reproducción de afectividad. Aquí podemos reconocer claramente cómo la frontera entre producción y reproducción se viene abajo, como también sucede con la distinción entre economía y cultura. El trabajo opera directamente sobre la afectividad, produce subjetividad, produce sociedad, produce vida. El trabajo afectivo, en este sentido, es ontológico, revela un trabajo vivo que constituye una forma de vida y así demuestra nuevamente el potencial de producción biopolítica. Debo advertir, sin embargo, que ninguna de estas posturas se deben aceptar sin matizaciones, sin reconocer los enormes peligros que conllevan. En el primer caso la identificación de mujer y naturaleza supone el riesgo de hacer natural y absoluta la diferencia entre los sexos, añadiendo, además una definición espontánea de la naturaleza en sí. En el segundo caso, la celebración de las labores maternales puede fácilmente constituir un argumento que apoye la división del trabajo según sexos y las estructuras familiares de dominio y de subjetivización edípicas. Incluso en estos análisis familiares del trabajo materno queda claro lo difícil que puede resultar separar el potencial del trabajo afectivo tanto de las construcciones patriarcales de reproducción como del subjetivo agujero negro de la familia. Estos peligros, con independencia de su relevancia, no pueden negar la importancia del potencial del trabajo como biopoder, biopoder desde las capas más bajas. El contexto biopolítico es precisamente el campo de una investigación sobre la relación productiva entre afectividad y valor. Con lo que nos encontramos no es tanto con la resistencia de lo que podríamos denominar “trabajo necesario desde el punto de vista afectivo”, sino el potencial del trabajo afectivo necesario. Por una parte, el trabajo afectivo, la producción y reproducción de la vida es un cimento profundo sobre el que se levanta la acumulación capitalista y el orden patriarcal. Por otra, sin embargo, la producción de afectividad, subjetividad y formas de vida presenta un potencial enorme para los circuitos autónomos de valoración, y quizás liberación.
Los libros de Leibniz
“Esta horrible cantidad de libros impresos que todos los días llega a mi mesa, seguramente me conducirá a la barbarie mas no a la cultura”. Leibniz decía esto en el siglo XVII refiriéndose a la imprenta y a las bibliotecas. Nadie ha leído toda la Biblioteca Nacional de París ni la del Congreso de Washington. Pero sí las ha leído el sujeto colectivo que llamamos “nosotros”; la humanidad. No existe un solo libro que no haya sido leído por alguien.
M. Serres
M. Serres
Efectuarse es también ser expresado.
El complejo individuo-mundo-interindividualidad define el primer nivel de efectuación desde el punto de vista de una génesis estática. En este primer nivel, unas singularidades se efectúan a la vez en un mundo y en los individuos que forman parte de este mundo. Efectuarse, o ser efectuado, significa: prolongarse sobre una serie de puntos ordinarios; ser seleccionado según una regla de convergencia; encarnarse en un cuerpo, convertirse en estado de un cuerpo; reformarse localmente para nuevas efectuaciones y nuevos prolongamientos limitados. Ninguno de estos caracteres pertenece a las singularidades como tales, sino solamente al mundo individuado y a los individuos mundanos qué las envuelven; por ello, la efectuación es siempre a la vez colectiva e individual, interior y exterior.
Del ojo distinto
En su propio descubrimiento, Nietzsche entrevió como en un sueño el medio de hollar la tierra, de acariciarla, de bailar y de devolver a la superficie lo que quedaba de los monstruos del fondo y de las figuras del cielo. Pero es cierto que se impuso una exigencia más profunda, más grandiosa, más peligrosa: en su descubrimiento vio un nuevo medio de explorar el fondo, de mirar con un ojo distinto, de discernir mil voces en sí mismo, de hacer hablar a todas estas voces, con el riesgo de ser atrapado por ese fondo que interpretaba y poblaba como nadie antes que él lo había hecho. No soportaba permanecer sobre la frágil superficie, cuyo trazado sin embargo había realizado a través de los hombres y los dioses. Reconquistar un sin-fondo que él renovaba, que ahondaba, es así como Nietzsche a su modo pereció. O mejor, «casi-pereció»; porque la enfermedad o la muerte son el acontecimiento mismo, y como tal sometido a una doble causalidad: la de los cuerpos, estados de cosas y mezclas, y también la de la casi-causa que representa el estado de organización o desorganización de la superficie incorporal. Así pues, Nietzsche se volvió loco y murió de parálisis general, al parecer, mezcla corporal sifilítica. Pero, la andadura que seguía este acontecimiento, esta vez respecto de la casi-causa que inspiraba toda la obra y co-inspiraba la vida, todo esto no tiene nada que ver con la parálisis general, con las migrañas oculares y los vómitos que le aquejaban, excepto para darles una nueva causalidad, es decir, una verdad eterna independientemente de su efectuación corporal, un estilo en una obra en lugar de una mezcla en el cuerpo. No se puede plantear el problema de las relaciones entre la obra y la enfermedad sino bajo esta doble causalidad.
Blanchot sobre Artaud
A los veintisiete años, Artaud envía algunos poemas a una revista. El director de ésta los rechaza con cortesía. Artaud trata entonces de explicar por qué tiene apego a esos poemas deficientes; y es que sufre de tal abandono de pensamiento, que no puede abandonar las formas, aunque sean insuficientes, conquistadas sobre esa inexistencia central. ¿Qué valen los poemas de esa manera obtenidos? Sigue luego un intercambio de cartas y, Jacques Rivière, el director de la revista, le propone de repente publicar las cartas escritas en relación con esos poemas impublicables (pero esta vez admitidos en parte, y que aparecerán como ejemplo y testimonios). Artaud acepta, con la condición de no manipular la realidad. Se trata de la célebre correspondencia con Jacques Rivière, un acontecimiento de gran importancia. ¿Se dio cuenta Jacques Rivière de esa anomalía? Poemas que considera insuficientes a indignos de ser publicados, dejan de serlo cuando son completados por el relato de la experiencia de su insuficiencia. Como si lo que les faltara, su defecto, se convirtiera en plenitud y acabamiento por la expresión abierta de esa falta y la profundización de su necesidad. Jacques Rivière se interesa, más que por la obra misma, por la experiencia de la obra, por el movimiento que conduce hasta ella, y por el rastro anónimo, oscuro que ella representa con torpeza. Más aún, el fracaso, que sin embargo no lo atrae tanto como atraería luego a quienes escriben y a quienes leen, se convierte en el signo sensible de un acontecimiento central del espíritu sobre el cual las explicaciones de Artaud arrojan una luz sorprendente. Nos encontramos, pues, en los comienzos de un fenómeno al cual parecen estar vinculadas la literatura y aun el arte: la existencia de un poema que no tenga por "sujeto" tácito o manifiesto su realización como poema, y el hecho de que el movimiento del cual proviene la obra sea aquello con vistas a lo cual la obra es a veces realizada y a veces sacrificada.
Árboles
Nos plantan árboles en la cabeza: el de la vida, el del saber, etc. Todo el mundo reclama raíces. El poder es siempre arborescente. Casi todas las disciplinas pasan por esquemas de arborescencia: la biología, la informática, la lingüística (los autómatas o sistemas centrados). Lo del árbol no es una metáfora, es todo un aparato que se planta en el pensamiento, un funcionamiento para obligarlo a ir por el buen camino, el de las ideas justas. En el árbol hay todo tipo de caracteres hay un punto de origen, germen o centro; es una máquina binaria o principio de dicotomía con sus ramas repartidas y reproducidas perpetuamente, sus puntos de arborescencia; eje de rotación que organiza los círculos alrededor del centro y las cosas en círculos; es estructura, sistema jerárquico de transmisión de órdenes, con instancia central y memoria recapituladora; hay un futuro pasado, una raíces y una copa, toda una historia, una evolución, un desarrollo o momento de desarrollo.
Paul Klee - Pequeño paisaje rítmico
Paul Klee - Pequeño paisaje rítmico
Dualismos
El procedimiento de preguntas y respuestas sirve para alimentar los dualismos. Siempre hay una máquina binaria que preside la distribución de los papeles y que hace que todas las respuestas deban pasar por preguntas prefabricadas, puesto que las preguntas ya están calculadas de antemano en función de las posibles respuestas a tenor de las significaciones dominantes. Así se constituye un patrón tal que todo lo que no pase por él no puede ser oído.
Deseo capturado
El orden capitalista pretende imponer a los individuos que no vivan sino para un sistema de intercambio, para una traducibilidad general de todos los valores, más allá de los cuales todo está predispuesto para que el menor de sus deseos sea percibido como asocial, peligroso, culpable.
Félix Guattari
Félix Guattari
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Gilles y Félix
Mil mesetas
Bibliografía de Gilles Deleuze en castellano
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DELEUZE, Gilles, Dos regímenes de locos. Textos y entrevistas (1975-1995) pre-textos 2007