
(representación empírica). Por esto el campo trascendental se presenta como pura corriente de conciencia a-subjetiva, conciencia pre-reflexiva impersonal, duración cualitativa de la conciencia sin yo. Parecería curioso que lo trascendental se definiera por tales presentaciones inmediatas: hablaremos de empirismo trascendental por oposición a todo lo que implica el mundo del sujeto y del objeto. Hay algo salvaje y potente en tal empirismo trascendental. No es ciertamente el elemento de la sensación (empirismo simple) porque la sensación no es sino un corte en la corriente de conciencia absoluta. Es más bien el paso de una sensación a otra como devenir, como aumento o disminución de potencia (cantidad virtual). Por esto, ¿es necesario definir el campo trascendental como una pura conciencia inmediata, sin objeto, sin yo, en tanto que movimiento que no comienza ni termina? (Aún la concepción spinozista del paso o de la cantidad de potencia es explicada a partir de la conciencia). Pero la relación del campo trascendental con la conciencia es solamente de derecho. La conciencia sólo se convierte en un hecho cuando se produce al mismo tiempo un sujeto y un objeto, ambos por fuera del campo trascendental apareciendo más bien como trascendentes.


una plena realidad. El acontecimiento considerado como no actualizado (indefinido) no carece de nada. Sólo es necesario ponerlo en relación con sus concomitantes: un campo trascendental, un plano de inmanencia, una vida, singularidades. Una herida se encarna o se actualiza en un estado de cosas, en lo que acontece; pero ella es en sí misma un puro virtual sobre el plano de inmanencia que nos arrastra en una vida. “Mi herida existía antes que yo…” . No se trata de una trascendencia de la herida como actualidad superior, sino de su inmanencia como virtualidad siempre en el seno de un medio, campo o plano. Hay una gran diferencia entre los virtuales que definen la inmanencia del campo trascendental y las formas posibles que los actualizan y los convierten en algo trascendente.
* Publicado originalmente en la revista “Philosophie” Nro 47, Minuit París, el 1 de septiembre de 1995.
* Traducción de Consuelo Pabon
* Extraido de http://antroposmoderno.com