Blanchot, del acontecimiento

Hacía tanto tiempo que nos preparábamos para celebrar el acontecimiento que, ahora que ocurría, no quedaba ya tiempo, de modo que aún no estábamos listos y que, a pesar de todo, no ocurría.

Willem de Kooning. Pink Angels

Devenir animal







El animal se distribuye de por sí según relaciones diferenciales u oposiciones distintivas de especies; y lo mismo ocurre con el hombre, según los grupos considerados.



El devenir es involutivo, la involución es creadora. Regresar es ir hacia el menos diferenciado. Pero involucionar es formar un bloque que circula según su propia línea "entre" los términos empleados, y bajo las relaciones asignables. El animal ya no se define por caracteres (específicos, genéricos, etc.), sino por poblaciones, variables de un medio a otro o en un mismo medio; el movimiento ya no se realiza sólo o sobre todo por producciones filiativas, sino por comunicaciones transversales entre poblaciones heterogéneas. Devenir es un rizoma, no es un árbol clasificatorio ni genealógico. Devenir no es ciertamente imitar, ni identificarse; tampoco es regresar-progresar; tampoco es corresponder, instaurar relaciones correspondientes; tampoco es producir, producir una filiación, producir por filiación. Devenir es un verbo que tiene toda su consistencia; no se puede reducir, y no nos conduce a "parecer", ni "ser", ni "equivaler", ni "producir". EL devenir es del orden de la alianza. Si la evolución implica verdaderos devenires es en el basto dominio de las simbiosis que pone en juego seres de escalas y reinos completamente diferentes, sin ninguna filiación posible.



Bacon, una vida nada más



Fiel a la idea de que el arte más grande te devuelve siempre a la vulnerabilidad de la situación humana, su obra es una constante reflexión sobre la fragilidad del ser.






Estudio para Desnudo Agachado (1952)


Descripción: Óleo y arena sobre lienzo. 198,1 x 137,2 cm.


Localización: Instituto de Arte e Imagen. Detroit


Autor: Francis Bacon

Francis Bacon, una vida, varias vidas


En 1944 ante el escaso éxito de sus obras destruyó casi todas las pinturas que había hecho hasta entonces.


Perro (1952)

Descripción: Óleo sobre lienzo. 199 x 138 cm.

Localización: MOMA. Nueva York

Autor: Francis Bacon

Bacon: Devenires de un artista


Entre 1927-1928 pasó algún tiempo en París y Berlín, donde hizo trabajos de decoración y comenzó a realizar dibujos y acuarelas, tras la impresión que le produjo una exposición de Pablo Picasso.





George Dyer en un espejo

Material: Óleo sobre lienzo.

Medidas: 198 x 147 cm.

Museo: Museo Thysen-Bornemisza

Del vacío y el recuerdo


Escribí mi primer libro bastante pronto, y después dejé de publicar durante ocho años. Yo sé lo que hacía y cómo vivía durante aquellos años, pero lo sé en abstracto, como si otra persona me relatase unos recuerdos de los que yo no dudo, pero que no son realmente mis recuerdos. Es como un vacío en mi vida, un vacío de ocho años. Esto es lo que me interesa de una vida, sus vacíos, sus lagunas, a veces dramáticas y a veces no. Casi todas las vidas atraviesan una catalepsia, vacíos en donde tiene lugar el movimiento. Pues la cuestión es cómo moverse, cómo perforar el muro para dejar de golpearse la cabeza contra él. Quizá todo consista en no moverse demasiado, evitar los falsos movimientos, residir allí donde no hay memoria. Un hermoso cuento de Fitzgerald trata de una persona que pasea por una ciudad con un agujero de diez años. También sucede a veces lo contrario: no ya vacíos, sino exceso de recuerdos sobreabundantes, flotantes, que no se pueden localizar ni almacenar (¿cuándo me pasó aquello?). No sabemos qué hacer con esos recuerdos, están demás. ¿Tenía yo siete años, catorce o cuarenta? Éstas son las dos cosas más interesantes de una vida: las amnesias y las hipermnesias.
G.D. (conversaciones)
Pintura: F.Bacon

Plan de Consistencia. Cuerpo sin órganos.

El plan de consistencia o de composición (planomeno) se opone al plan de organización y de desarrollo. La organización y el desarrollo conciernen a forma y sustancia: desarollo de la forma y, a la vez, formación de sustancia o de sujeto. Pero el plan de consistencia ignora la sustancia y la forma: las haecceidades, que se inscriben en ese plan, son precisamente modos de individuación que no proceden ni por la forma ni por el sujeto. El plan consiste abstractamente, pero realmente, en las relaciones de velocidad y de lentitud entre elementos no formados, y en las composiciones de afectos intensivos correspondientes ("longitud" y "latitud" del plan). En un segundo sentido, la consistencia reúne concretamente los heterogéneos, los heteróclitos, como tales; asegura la consolidación de los conjuntos difusos, es decir, de las multiplicidades del tipo rizoma. En efecto, procediendo por consolidación, la consistencia actúa necesariamente en el medio, por el medio, y se opone a todo plan de principio o de finalidad. Spinoza, Hölderlin, Kleist y Nietzsche son los agrimensores de ese plan de consistencia. Nunca unificaciones, totalizaciones, sino consistencias o consolidaciones. En ese plan de consistencia se inscriben: las haecceidades, acontecimientos, transformaciones incorporales aprehendidas por sí mismas; las esencias nómadas o difusas, sin embargo rigurosas; los continuums de intensidad o variaciones continuas, que desbordan las constantes y las variables; los devenires, que no tienen ni término ni sujeto, pero que arrastran a uno y a otro a zonas de entorno de indecidibilidad; los espacios lisos, que se componen a través del espacio estriado. En cada caso, diríase que un cuerpo sin órganos, cuerpos sin órganos (mesetas) intervienen: para la individuación por haecceidad, para la producción de intensidades a partir de un grado cero, para la materia de la variación, el medio del devenir o de la transformación, el alisado del espacio. Potente vida no orgánica que se escapa de los estratos, atraviesa los agenciamientos, y traza una línea abstracta sin contorno, línea del arte nómada y de la metalurgia itinerante. ¿Es el plan de consistencia el que constituye el cuerpo sin órganos, o son los cuerpos sin órganos los que componen el plan? ¿El Cuerpo sin órganos y el Plan son la misma cosa? De todas formas, el componente y lo compuesto tienen la misma potencia: la línea no tiene dimensión superior al punto, la superficie no tiene dimensión superior a la línea, el volumen no tiene dimensión superior a la superficie, sino siempre un número de dimensión fraccionaria, anexacto, o que no cesa de crecer o de decrecer con las partes. El plan efectúa la sección de multiplicidades de dimensiones variables. Así pues, lo fundamental es el modo de conexión de las diversas partes del plan: ¿En qué medida los cuerpos sin órganos se componen juntos? ¿Cómo se prolongan los continuums de intensidad? ¿En qué orden se hacen las series de transformación? ¿Cuáles son esos encadenamientos alógicos que siempre se producen en el medio, y gracias a los cuales el plan se construye fragmento a fragmento según un orden fraccionario creciente o decreciente? El plan es como una hilera de puertas. Y las reglas concretas de construcción del plan sólo son válidas en la medida en que ejercen un papel selectivo. En efecto, el plan, es decir, el modo de conexión, proporciona el medio para eliminar los cuerpos vacíos y cancerosos que rivalizan con el cuerpo sin órganos; para rechazar las superficies homogéneas que enmascaran el espacio liso; para neutralizar las líneas de muerte y de destrucción que desvían la línea de fuga. Sólo es retenido y conservado, así pues, creado, sólo consiste en lo que aumenta el número de conexiones en cada nivel de la división o de la composición, así pues, en el orden decreciente tanto como en el creciente (lo que no se divide sin cambiar de naturaleza, lo que no se compone sin cambiar de criterio de comparación...).

Pintura: The Red Sun de Joan Miró

Desterritorialización


La función de desterritorialización: D es el movimiento por el que "se" abandona el territorio. Es la operación de la línea de fuga. Pero diferentes casos se presentan. La D puede estar enmascarada por una reterritorialización que la compensa, de esa forma la línea de fuga permanece bloqueada: en ese sentido, se dice que la D es negativa. Cualquier cosa puede servir de reterritorialización, es decir, "valer como" territorio perdido; en efecto, uno puede reterritorializarse en un ser, en un objeto, en un libro, en un aparato o sistema... Por ejemplo, el aparato de Estado se denomina equivocadamente territorial: de hecho efectúa una D, pero esa D queda inmediatamente enmascarada por reterritorializaciones en la propiedad, el trabajo y el dinero (es evidente que la propiedad de la tierra, pública o privada, no es territorial, sino reterritorializante). Entre los regímenes de signos, el régimen significante alcanza, indudablemente, un alto nivel de D; pero, puesto que efectúa al mismo tiempo todo un sistema de reterritorializaciones en el significado, en el propio significante, bloquea la línea de fuga y sólo deja subsistir una D negativa. Otro caso se presenta cuando la D viene positiva, es decir, se afirma através de las reterritoriafizaciones que ya sólo juegan un papel secundario, pero, no obstante, sigue siendo relativa, puesto que la línea de fuga que traza está segmentarizada, dividida en "procesos" sucesivos, se precipita en agujeros negros, o incluso aboca a un agujero negro generalizado (catástrofe). Ese es el caso del régimen de signos subjetivo, con su D pasional y conciencial, que es positiva, pero sólo en un sentido relativo. Se señalará ya que esas dos grandes formas de D no mantienen una relación evolutiva simple: la segunda puede escaparse de la primera, pero también puede conducir a ella (así ocurre especialmente cuando las segmentaciones de líneas de fuga convergentes entrañan una reterritorialización de conjunto, o en beneficio de uno de los segmentos, de tal forma que el movimiento de la fuga queda detenido). Hay todo tipo de figuras mixtas que recurren a formas muy diversas de D.
¿Hay una D absoluta, y qué quiere decir "absoluto"? Primero habría que comprender mejor las relaciones entre D, territorio, reterritorialización y tierra. En primer lugar, el propio territorio es inseparable de vectores de desterritorialización que actúan sobre él internamente: bien porque la territorialidad es flexible y "marginal", es decir, itinerante, bien porque el propio agenciamiento territorial se abre a otros tipos de agenciamientos que lo arrastran. En segundo lugar, la D es a su vez inseparable de reterritorializaciones correlativas. La D nunca es simple, siempre es múltiple y compuesta: no sólo porque participa a la vez de formas diversas, sino porque hace converger velocidades y movimientos distintos según los cuales se asigna a tal o tal momento un "desterritorializado" y un "desterritorializante". Ahora bien, la reterritorialización como operación original no expresa un retorno territorio, sino esas relaciones diferenciales internas a la propia D, esa multiplicidad interna a la línea de fuga (cf. "teoremas de D"). Por último, la tierra no es en modo alguno lo contrario de la D: lo vemos ya en el misterio de lo "natal", en el que la tierra como hogar ardiente, excéntrico o intenso, está fuera del territorio y sólo existe en el movimiento de la D. Pero, es más, la tierra, la glaciar, es la Desterritorializada por excelencia: en ese sentido pertence al Cosmos, y se presenta como el material gracias al cual el hombre capta las fuerzas cósmicas. Se dirá que la tierra, en tanto que desterritorializada, es el estricto correlato de la D, hasta el punto de que la D puede denominarse creadora de tierra —una nueva tierra, un universo, y ya no sólo una reterritorialización. Así pues, "absoluto" quiere decir lo siguiente: lo absoluto no expresa nada transcendente ni indiferenciado; ni siquiera expresa una cantidad que sobrepasaría cualquier cantidad dada (relativa). Sólo expresa un tipo de movimiento que se distingue cualitativamente del movimiento relativo. Un movimiento es absoluto cuando, cualesquiera que sean su cantidad y su velocidad, relaciona "un" cuerpo considerado como múltiple con un espacio liso que ocupa de manera turbulenta. Un movimiento es relativo, cualesquiera que sea su cantidad y su velocidad, cuando relaciona un cuerpo considerado como Uno con un espacio estriado en el que se desplaza, y que mide según rectas al menos virtuales. La D es negativa o relativa (no obstante, ya efectiva) cada vez que actúa según este segundo caso, bien por reterritorializaciones principales que bloquean las líneas de fuga, bien con reterritorializaciones secundarias que las segmentarizan y tienden a replegarlas. La D es absoluta, según el primer caso, cada vez que realiza la creación de una nueva tierra, cada vez que conecta las líneas de fuga, las lleva a la potencia de una línea vital abstracta o traza un plan de consistencia. Pues bien, lo que viene a complicarlo todo es que esta D absoluta pasa necesariamente por la relativa, precisamente porque no es transcendente. Y a la inversa, la D relativa o negativa tiene necesidad de un absoluto para llevar a cabo su separación: convierte lo absoluto en un "englobante", un totalizante que sobrecodifica la tierra, y que como consecuencia conjuga las líneas de fuga para detenerlas, destruirlas, en lugar de conectarlas para crear (en ese sentido nosotros oponíamos conjugación y conexión, aunque a menudo las hayamos tratado como sinónimos desde un punto de vista muy general). Hay, pues, un absoluto limitativo que ya interviene en las D propiamente negativas o incluso relativas. Y, sobre todo, en ese giro de lo absoluto las líneas de fuga no sólo están bloqueadas o segmentarizadas, smo que se convierten en finea de destrucción y de muerte. Pues ese es el desafío de lo negativo y de lo positivo en lo absoluto: la tierra anillada, englobada, sobrecodificada, conjugada como objeto de una organización mortuoria y suicida que la rodea por todas partes, o bien la tierra consolidada, conectada al Cosmos, situada en el Cosmos según líneas de creación que la atraviesan como otros tantos devenires (las palabras de Nietzsche: "Que la tierra devenga la ligera"...). Así pues, existen al menos cuatro formas de D que se enfrentan y se combinan, y que hay que distinguir mediante reglas concretas.

Félix

Les séminaires Guattari


Les séminaires de F. Guattari 1980 - 1981jeu, 08/16/2007 - 15:48 —
09/12/80 : Félix Guattari, Présentation du séminaire
13/01/81 : Félix Guattari, Les quatre inconscients
10/02/81 : Félix Guattari, La pulsion. Le trou noir
10/03/81 : Félix Guattari, Des problèmes
28/04/81 : Félix Guattari, L'acte et la singularité I et II
26/05/81 : Félix Guattari, Transistantialités
08/12/81 : Félix Guattari, Agencements. Transistances. Persistances

Les séminaires de F. Guattari 1982jeu, 08/16/2007 - 05:46 —

26/01/82 : Félix Guattari, Les formations du noyau d'agencement
16/02/82 : Félix Guattari, Flux. Synapses. Composantes de passage
23/03/82 : Félix Guattari, Les transferts
04/05/82 : Félix Guattari, De l'efficience sémiotique
01/06/82 : Félix Guattari, Ligne hylemorphique
01/06/82 : Mony Elkaïm, Les niveaux logiques
23/11/82 : Félix Guattari, La quantification analytique
07/12/82 : Gisèle Donnard & Marie-Odile Suppligeau, Les rêves



Les séminaires de F. Guattari 1983mer, 08/15/2007 - 16:04 —

18/01/83 : Barbara Glowczewski, Espaces de rêves (1) : Les Walpiri (Chimères n° 1)
01/03/83 : Félix Guattari, Réhabilitation du symptôme
22/03/83 : Félix Guattari, Le temps du rêve
03/05/83 : Jean-Claude Polack, Le jeu d'échec (Chimères n° 2)
16/09/83 : Madie Lafargue, Le périssable (Chimères n° 2)
04/10/83 : M. ?, Gériatrie à Genève (Félix : Subjectivités)
08/11/83 : Danielle Sivadon, Le voyage de Pierre (Chimères n° 2)
08/11/83 : Félix Guattari, A propos d'un rêve
13/12/83 : Françoise Garbarini, Notes de la claviste
13/12/83 : Eric Alliez, Trois figures du temps



Les séminaires de F. Guattari 1984mar, 08/14/2007 - 07:32 —

06/02/84 : Michel Veuille, La machine: biologie Christiane Frougny, La machine: mathématiques
06/02/84 : La machine : Discussions
03/04/84 : Félix Guattari, La crise de production de subjectivité
25/04/84 : Félix Guattari, Substituer l'énonciation à l'expression
22/05/84 : Jean-Claude Polack, L'éclipse et l'écho (Chimères n° 1)
21/06/84 : Félix Guattari, Les schizoanalyses (Chimères n° 1)
30/10/84 : Félix Guattari, Un oubli et un lapsus dans un rêve



Les séminaires de F. Guattari 1985lun, 08/13/2007 - 20:09 —

22/01/85 : Félix Guattari, Singularité et compléxité
26/02/85 : Barbara Glowczewski, Espaces de rêves (2) : Les Walpiri (Chimères n° 1)
12/03/85 : Félix Guattari, Machine abstraite et champ non discursif
18/06/85 : Jean-Claude Polack, Le monstre, la carte, le corps (Chimères n° 5/6)
01/10/85 : Mony Elkaïm, Whitehead et Russel ; Félix Guattari
29/10/85 : Isabelle Stengers, Whitehead
10/12/85 : Mony Elkaïm, Lois générales, règles intrinsèques, singularités et construction du réel

http://www.revue-chimeres.fr/drupal_chimeres/?q=taxonomy_menu/3/236

Frases para armar un botiquín: De la producción


Mi problema no es solamente anti-psicoanalítico, es anti-psicoanalítico en cuanto que el psicoanálisis contribuye con todas sus fuerzas a impedir la producción de enunciados y la producción de inconsciente porque la producción de enunciados y la producción del inconsciente son la misma cosa. Producir un enunciado, es producir el inconsciente. Pero el psicoanálisis impide la producción de enunciados y la producción de inconsciente, una vez más a la producción del inconsciente o a la producción de enunciados hay que llamarla por lo que es, es siempre una revolución. Un periodo revolucionario en un dominio cualquiera se puede definir por esto: se producen nuevos enunciados y por ahí, una carga de inconsciente no es liberada, sino producida. Y se acompaña de una formidable liberación de bloques de infancia en oposición a los recuerdos sobre los que funciona el antiguo sistema, eso es evidente.

Hecceidades


De la hecceidad


Cuando he dicho que Félix y yo éramos como arroyos quería decir que la individuación no es necesariamente personal. No estamos nada seguros de ser personas: una corriente de aire, un viento, un día, una hora del día, un arroyo, un lugar, una batalla o una enfermedad tienen una individualidad impersonal. Nosotros llamamos a esto “hecceidades”. Se componen como arroyos, como ríos. El lenguaje las expresa y ellas producen diferencias en el lenguaje, que les confieren una vida propia e individual y hacen que algo pase entre ellas. Todo el mundo habla a nivel de opinión, decimos “yo” o “soy una persona” como si dijéramos “ha salido el sol”. Pero nosotros no estamos seguros de ello, no creemos que sea un buen concepto. Félix y yo, como muchos otros, no nos sentimos exactamente personas.
libro: Deleuze, del animal al arte. Anne Sauvagnargues

Chimères n°73

Jean-philippe Cazier

Chimères n°73
Lugar: Partout
Hora: Domingo, 26 de diciembre de 2010 18:00

Appel à textes - Meutes, tiques, larves Sauvagnargues, Anne, Editorial

Politique
Auzias, Claire, Ciganos saudadeBrossat, Alain, Nous sommes tous des voleurs de poules roumains !Turbarek, Laura, Les deux nomadologies et l'eurasisme

Terrain
Creton, Pierre, Secteur 545Cormery, Anne-Claire, Ethologie de l’institution

Agencement
Heuzé, Bruno, Du devenir-insecte de l’IpodisteAracagök, Zafer, Pour un principe d’incertitude sexuel(le)

Concept
Martin, Jean-Clet, Des esprits-animauxJuffé, Michel, La descendance des bactériesBardini,Thierry, Devenir animal et vie aérienne. Prolégomènes à une biologie transcendantale

Fiction
Cabanis, Daniel, Sacrifice du VacucochèreJocz, Krystyna, Scarabée

Esthétique
Entretien avec Michel Nedjar par Francis Bérezné, AnimoStercx, Pierre, Les émulsions gothiques deWim DelvoyeBazin, Philippe, Larry Clarke : Le corps du délitPieraggi, Ange Henri, Les motifs de Vuillard

Clinique
Bérezné Francis, A hauteur de visageVollaire, Christiane, The dreamers

LVE
Schaepelynck, Valentin, LVE LapassadeManola Antonioloi, « LVE sur Eduardo Viveiros de Castro, Métaphysiques cannibales, PUF

Diffusion : Difpop

El plano por Richard Pinhas


Somos los Gatsby de los tiempos actuales, los Bartleby de lo virtual, los últimos errantes, los últimos nómadas. Componer ha devenido un acto de amor posible. Y más allá de la composición, más allá del bien y del mal, en la Mecanosfera que es literalmente Maquinación, trucaje, juego (pues todo el tiempo el niño-rey juega a la chita, a las tablas, a los dioses y a los salvajes, a los demonios que saltan más allá de los límites, a la hibris, al computador, a las múltiples prácticas del amor físico...), nosotros describimos el último Plano. El Plano.
Lectura completa, aquí.

Conversaciones


De mi generación, algunos no consiguieron liberarse, otros sí: inventaron sus propios métodos y reglas nuevas, un tono diferente. Pero yo, durante mucho tiempo, “hice” historia de la filosofía, me dediqué a leer sobre tal o cual autor. Pero me concedía mis compensaciones, y ello de modos diversos: por de pronto, prefiriendo aquellos autores que se oponían a la tradición racionalista de esta historia (hay para mí un vínculo secreto entre Lucrecio, Hume, Spinoza o Nietzsche, un vínculo constituido por la crítica de lo negativo, la cultura de la alegría, el odio a la interioridad, la exterioridad de las fuerzas y las relaciones, la denuncia del poder, etc.). Lo que yo más detestaba era el hegelianismo y la dialéctica. G.D.

¿Qué pasa sobre el cuerpo de una sociedad?


Flujos, siempre flujos, y una persona siempre es un corte de flujo. Una persona, es un punto de partida para una producción de flujos, un punto de llegada para una recepción de flujos, de flujos de todo tipo; o bien una intersección de muchos flujos.


La tarea del esquizo-análisis es ver como las personas juegan en el inconsciente como agentes de intersección, agentes de trasmisión en un sistema de flujos de deseo, de máquinas deseantes, y que lo que cuenta, es mi relación inconsciente con mis máquinas deseantes.

¿Qué son mis máquinas deseantes en mi?

Debate en el Cerisy



El coloquio Nietzsche aujourd’hui? se desarrolló en julio de 1972 en el Centro cultural internacional de Cerisy-la- Salle.


André Flécheux.- Lo que me gustaría saber es cómo piensa Deleuze evitar la deconstrucción, es decir, cómo puede conformarse con una lectura monádica de cada aforismo, a partir de lo empírico y de lo exterior, porque esto me parece, desde un punto de vista heideggeriano, extremadamente sospechoso. Me pregunto si el problema de la «anterioridad» que constituye la lengua, la organización establecida, lo que usted llama «el déspota», permite comprender la escritura de Nietzsche como una especie de lectura errática que procedería en cuanto tal de una escritura errática, cuando Nietzsche se aplica a sí mismo una autocrítica y teniendo en cuenta que las actuales ediciones nos lo descubren como un excepcional trabajador del estilo para quien, en consecuencia, cada aforismo no es un sistema cerrado, sino que lleva implícita toda una estructura de referencias. El estatuto de un afuera sin deconstrucción, en su pensamiento, coincide con el de lo energético en Lyotard. Una segunda pregunta, que se articula con la primera: en una época en la que la organización errática, capitalista, llámela usted como quiera, lanza un desafío que es, finalmente, lo que Heidegger llama el establecimiento de la técnica, ¿piensa usted, fuera de bromas, que el nomadismo, como usted lo describe, es una respuesta seria?

Gilles Deleuze.- Si le he comprendido bien, dice usted que, desde un punto de vista heideggeriano, yo soy sospechoso. Me congratula saberlo. En cuanto al método de deconstrucción de los textos, entiendo perfectamente de qué se trata, y siento gran admiración por él, pero no tiene nada que ver con el mío. Yo no me presento en absoluto como un comentador de textos. Para mí, un texto no es más que un pequeño engranaje de una práctica extratextual. No se trata de comentar el texto mediante un método de deconstrucción, o mediante un método de práctica textual, o mediante otros métodos. Se trata de averiguar para qué sirve en la práctica extratextual que prolonga el texto. Me pregunta usted si creo en la respuesta de los nómadas. Sí, creo en ella. Gengis Kahn no fue un cualquiera. ¿Resurgirá del pasado? No lo sé. Si lo hace, en todo caso, será bajo una forma distinta. Igual que el déspota interioriza la máquina de guerra nómada, la sociedad capitalista interioriza constantemente una máquina de guerra revolucionaria. Los nuevos nómadas ya no se constituyen en la periferia (porque ya no hay periferia); lo que me preguntaba era de qué nómadas - aunque sean inmóviles- es capaz nuestra sociedad.


André Flécheux.- Sí, pero usted ha excluido, en su exposición, lo que llamaba «la interioridad»…

Gilles Deleuze.- Eso es un juego de palabras con el término «interioridad»…

André Flécheux.- ¿El viaje interior?

Gilles Deleuze- He dicho «viaje inmóvil». No es lo mismo que un viaje interior, es un viaje por el cuerpo, si es preciso por cuerpos colectivos.

Mieke Taat.- Si le he comprendido bien, Deleuze, usted opone la risa, el humor y la ironía a la mala conciencia. ¿Estaría usted de acuerdo en que la risa de Kafka, de Beckett o de Nietzsche no excluye el llanto por estos escritores, siempre que las lágrimas no surjan de una fuente interior o interiorizada, sino simplemente de una producción de flujos en la superficie del cuerpo?

Gilles Deleuze.- Probablemente está usted en lo cierto.

Mieke Taat.- Tengo otra pregunta. Cuando usted contrapone el humor y la ironía a la mala conciencia, no distingue una cosa de otra, como hacía en Lógica del sentido, donde el uno pertenecía a la superficie y el otro a la profundidad. ¿No teme usted que la ironía esté peligrosamente cercana a la mala conciencia?

Gilles Deleuze.- He cambiado de opinión. La oposición profundidad- superficie ya no me satisface. Lo que ahora me interesa son las relaciones entre un cuerpo lleno, un cuerpo sin órganos, y los flujos que circulan por él.

Frases para armar un botiquín: grano de locura


El verdadero encanto de la gente es el lado en el que pierden un poco los estribos, es el lado en el que ya no saben muy bien dónde están. Eso no quiere decir que se desplomen –antes bien, se trata de gente que no se desploma, pero... si no aferras la pequeña raíz o el pequeño grano de la locura de alguien, no puedes amarle.

De la amistad con Foucault


Claire Parnet:

Quisiera plantearte la última cuestión breve acerca de tus amigos: me parece que con Foucault –Chatêlet es otro caso, porque tú ya eras su amigo en la Liberación e hicistéis vuestros estudios juntos. Pero con Foucault tuviste una amistad que no era la de una pareja, que no era la que tienes con Jean-Pierre, o con Félix, o con Elie, o con Jérôme (ya que hablamos, como en una película de Claude Sautet, de los demás), pero con Foucault la amistad era muy profunda, y sin embargo era distante, tenía algo de... mucho más formal para alguien que fuera exterior...

Gilles Deleuze:

Sí, sí.

Claire Parnet:

Así, pues, ¿qué era esa amistad?

Gilles Deleuze:

Sin duda él era el más misterioso.. para mí, tal vez nos conocimos demasiado tarde, tal vez... Foucault fue un gran pesar para mí, y, como le tenía un respeto enorme, no intenté... he de decir precisamente cómo le percibía. Se trata de uno de esos raros casos de ser humano que... entraba en una habitación y cambiaba la atmósfera. Foucault no es sólo una persona –por otra parte, nadie de nosotros es una persona. Era verdaderamente como si entrara otro aire, vaya. Como si fuera una corriente de aire especial, las cosas cambiaban, ya no había... era verdaderamente atmosférico; había una especie... o de emanación, había una emanación Foucault; había... lo que alguno ve... una irradiación; había algo. Bueno, dicho esto, en fin, él responde a lo que decía antes, es decir, una... no había ninguna necesidad de hablar con él, no hablábamos nunca más que de las cosas que nos hacía reír, sí. Casi como si ser amigos fuera ver a alguien y pensar, incluso sin tener que decírselo: ¿qué es lo que nos hace reír hoy? Al fin y al cabo, prácticamente pase lo que pase, ¿qué nos hace reír en todas esas catástrofes?; ¿qué nos hace...? En fin, eso es, ¿qué nos hace...? Sin embargo, para mí Foucault era y es el recuerdo de alguien que, –sí, bueno, cuando hablo del encanto de alguien, de un gesto de alguien: los gestos de Foucault eran asombrosos, en cierto modo eran gestos de metal y de madera seca; eran gestos muy extraños, gestos fascinantes, gestos muy hermosos, muy...
Lo difícil de entender es que la gente no tiene encanto sino gracias a su locura. Es el lado... es el verdadero encanto de la gente; es el lado en el que pierden un poco los estribos, es el lado en el que ya no saben muy bien dónde están. Eso no quiere decir que se desplomen –antes bien, se trata de gente que no se desploma, pero... si no aferras la pequeña raíz o el pequeño grano de la locura de alguien, no puedes amarle. Se trata del lado en el que él es completamente, en alguna parte –en fin, somos todos un poco dementes. Si no aferras el pequeño punto de demencia de alguien... entonces, tengo miedo o ... por el contrario, estoy muy contento... el punto de demencia de alguien llega a ser la fuente misma de su encanto.

Jean Dubuffet en la web


Del funcionamiento


Richard Pinhas: Quisiera intervenir sobre un punto, sin que esto implique contradicción: has hablado todo el tiempo de dos grandes ejes interrogativos que son: el primero "código y axiomática" y el segundo, la manera en que el deseo inviste el campo social, y planteas la pregunta: ¿cómo? Me pregunto ¿Por qué no has ido más lejos en el sentido de esta pregunta, de plantear por qué? Intento aportar un elemento en ese sentido en el proceso del fascismo -es un elemento tomado al azar-, hay una relación que permite ver porque hay una especie de mutación en la relación deseo-campo social: el hecho de que el objeto desaparece completamente: la relación con el objeto es cortada, disuelta en el aire. Esto lo ilustran muy bien ciertas películas surrealistas de 1940-50 donde se ve la caída de las monedas, la inflación, por ejemplo. Y tenemos un elemento, es decir que hace que el objeto del deseo desaparezca completamente: hay una especie de esencia que va a dar lugar, que va a dejar aparecer el fascismo tal como lo conocemos. Supongo que hay un periodo determinado de mutación, un poco como el mismo proceso, diferente pero similar.


Deleuze: Tu partes de la necesidad de plantear la pregunta "¿Por qué?". Comprendo lo que dices a continuación, pero no muy bien la necesidad de esta pregunta y el que la plantees enseguida de lo que has dicho. Creo que no hay lugar para plantear la pregunta "¿por qué?" pues todo este sistema de máquina, está dado por un funcionalismo. Si planteas la pregunta "¿por qué?" nos encontraremos con todas las categorías del significante, es una pregunta pérfida. Creo que hay una región, en la región de las máquinas que se puede llamar las máquinas de deseo o las máquinas deseantes, hay funcionalismo, es decir la única pregunta es: ¿cómo funciona eso? Cómo y no por qué. Entonces, ahí, ciertos enólogos siguen estando en estrecha relación con los fenómenos del deseo en el campo social, cuando se interrogan: ¿justamente a quien sirve el psicoanálisis? ¿nos sirve en nuestra tarea de etnólogos? Y responden si y no, porque a nosotros, como etnólogos, lo que nos interesa ante todo es, no lo que quiere decir de cualquier manera que se plantee la pregunta, sino verdaderamente: ¿cómo funciona eso en el campo social? Entonces, sobre el asunto llegan argumentos que conocemos muy bien, a saber: nunca la función o nunca el uso de algo explica la producción de esa cosa, por ejemplo la manera en que funciona un organismo no puede explicar el modo de producción del organismo o nunca el funcionamiento de una institución puede explicar la formación de la institución misma. Creo que este argumento antifuncionalista es verdadero pero al nivel de los grandes conjuntos, de los conjuntos molares; allí, en efecto, el uso siempre es segundo con relación a la formación. Pero si se intenta pensar el inconsciente en términos de máquinas, en términos de fabricas, en términos de unidades de producción, en términos de máquinas deseantes, creo que ya no son grandes máquinas, son micro-máquinas: el inconsciente maquínico, el inconsciente de las máquinas deseantes, es esencialmente un micro-inconsciente, un inconsciente micro-lógico, micro-físico, o si lo prefieres un inconsciente molecular. Ahora bien, a éste nivel, es decir el de las formaciones moleculares, contrariamente al nivel de los conjuntos molares, literalmente, no hay diferencia posible entre la formación y el funcionamiento. Si digo como funciona, no puedo decir nada más. La cuestión del esquizo-análisis no es del todo -entiendo muy bien que la pregunta ¿qué quiere decir eso?, es muy compleja, porque hay un cierto estadio en que la pregunta ¿qué quiere decir eso? Puede remitir a un simple significado o como se dice, en el fondo, toda la pregunta sería saber cuando se habla del significante, ¿es todavía la pregunta ¿qué quiere decir eso? O es otro tipo de pregunta? Creo que es la misma pregunta (es la misma pregunta "¿qué quiere decir eso?", simplemente circunscrita, pero todavía es del dominio "¿qué quiere decir eso?", mientras que las máquinas deseantes, literalmente, no quieren decir nada, ni en términos de significado, ni en términos de significante); ahora bien el problema del esquizo-análisis es: ¿qué son tus máquinas en ti? Y eso no es fácil de encontrar: para alguien que llega, ¿que son sus máquinas deseantes en él? No basta con constatar que le gusta hacer de auto, que tiene un frigorífico, todas esas son relaciones con las máquinas deseantes pero no son las máquinas deseantes. De otra parte, las máquinas deseantes no son fantasmas, no son objetos imaginarios que doblan a aquellos, no es el auto soñado que dobla el auto real y... Las máquinas deseantes son formaciones moleculares que existen objetivamente en las grandes máquinas técnicas y en las grandes máquinas sociales, por eso es necesario hacer, me parece, la crítica de todo lo que es sueño, fantasma, ya que el inconsciente no es un teatro, el inconsciente no sueña, el inconsciente no hace fantasma: todo esto son productos secundarios de la reflexión, son las territorialidades de Edipo, el sueño siempre es edípico: si los analistas permanecen siempre en el sueño, forzoso es que encuentren a edipo. En Bergson hay unas bellas páginas donde dice: no es asombroso que la materia y la inteligencia se entiendan y que la materia y la inteligencia estén talladas la una sobre la otra puesto que las dos son productos de una diferenciación en un mismo movimiento, y bien, el sueño y edipo son lo mismo: que todos los sueños sean, por naturaleza, edipianos, no hay que inquietarse porque es el mismo movimiento que constituye el sueño y que constituye a edipo. Pero las máquinas deseantes nada tienen que ver con eso, entonces, lo que sería complicado -supongo-, en un esquizo-análisis sería encontrar las máquinas deseantes de alguien: ¿qué son las cosas en ti?: entonces, si no se responde en términos de máquinas o si no se llegan a encontrar los elementos maquínicos... evidentemente, eso plantea un problema: ¿cuál es el criterio? Que nos permite decir: al fin hemos encontrado las máquinas deseantes de alguien: creo que hay criterios muy rigurosos y que precisamente tienden a esto: las máquinas deseantes, son formaciones moleculares, nunca conjuntos molares -pero tengo la impresión de que no respondo a tu asunto- quiero decir: al nivel molecular y únicamente a este nivel, el funcionalismo es rey, y eso, porque el funcionamiento, la producción, la formación, forman estrictamente uno: una máquina deseante se define únicamente por su funcionamiento, es decir por su formación, es decir por su producción. A primera vista, yo diría que cualquier pregunta "¿por qué?" ya no se plantea.


Curso del (18/01/72)

Leyendo el Nietzsche de Gilles: Análisis de la piedad


La complicidad fundamental entre la voluntad de la nada y las fuerzas reactivas consiste en esto: la voluntad de la nada es quien hace triunfar a las fuerzas reactivas. Cuando, bajo la voluntad de la nada, la vida universal se convierte en irreal, la vida como vida particular se convierte en reactiva. La vida se convierte en irreal en su conjunto y reactiva en particular contemporáneamente. En su empresa de negar la vida, por una parte la voluntad de la nada tolera la vida reactiva, por otra la necesita. La tolera como estado de la vida cercano a cero, la necesita como medio por el que la vida viene conducida a negarse, a contradecirse. De este modo, en su victoria, las fuerzas reactivas tienen un testigo, peor, un conductor. Y, ocurre que las fuerzas reactivas, triunfantes, soportan cada vez menos a ese conductor y a ese testigo. Quieren triunfar solas, ya no quieren deber su triunfo a nadie. Quizá desconfían del oscuro final que la voluntad de poder alcanza por su cuenta a través de su propia victoria, quizá temen que esta voluntad de poder no se vuelva contra ellos y a su vez no las destruya. La vida reactiva rompe su alianza con la voluntad negativa, quiere reinar sola. He aquí que las fuerzas reactivas proyectan su imagen, pero esta vez para ocupar el lugar de la voluntad que las conducía. ¿Hasta dónde llegarán por este camino? Mejor una no «voluntad» de todo, que esta voluntad demasiado poderosa. Mejor nuestros rebaños sangrantes, que un pastor que nos quiere llevar demasiado lejos. Mejor sólo nuestras fuerzas, que una voluntad de la que no tenemos necesidad. ¿Hasta dónde llegarán las fuerzas reactivas? ¡Mejor apagarse pasivamente! El «nihilismo reactivo» en un cierto modo prolonga el «nihilismo negativo»: triunfantes, las fuerzas reactivas ocupan el lugar de este poder de negar que les conducía al triunfo. Pero el «nihilismo pasivo» es la última conclusión del nihilismo reactivo: apagarse pasivamente antes que ser conducido desde fuera. Esta historia puede contarse también de otra forma. Dios ha muerto, pero, ¿de qué se ha muerto? Se ha muerto de piedad, dice Nietzsche. Unas veces esta muerte es presentada como accidental: viejo y fatigado, cansado de querer, Dios, acaba «por cansarse un día de su piedad demasiado grande». Otras veces esta muerte es el efecto de un acto criminal: «Su piedad no conocía ningún pudor; se insinuaba en mis dobleces más inmundos. Tenía que morir este curioso entre todos los curiosos, este indiscreto, este misericordioso. A mí me ha visto sin cesar; quiero vengarme de un testigo así, o dejar de vivir. El Dios que lo veía todo, hasta al hombre: ¡este Dios debía morir! ¡el hombre no soporta que siga viviendo ni un solo testigo! ¿Qué es la piedad? Es esta tolerancia por los estados de la vida cercanos a cero. La piedad es amor a la vida, pero a la vida débil, enferma, reactiva. Militante, anuncia la victoria final de los pobres, de los que sufren, de los impotentes, de los pequeños. Divina, les concede esta victoria. ¿Quién experimenta la piedad? Precisamente el que sólo tolera la vida cuando es reactiva, el que tiene necesidad de esta vida y de este triunfo, el que instala sus templos sobre el terreno pantanoso de una vida semejante. El que odia todo lo que es activo en la vida, el que se sirve de la vida para negar y depreciar la vida, para oponerla a sí misma. La piedad, en el simbolismo de Nietzsche, designa siempre este complejo de la voluntad de la nada y de las fuerzas reactivas, esta afinidad de la una con las otras, esta tolerancia de una respecto a las otras. «La piedad es la práctica del nihilismo... ¡La piedad persuade hacia la nada! No se habla de la nada, en su lugar se coloca el más allá, o Dios, o la verdadera vida; o el nirvana, la salud, la beatitud. Esta inocencia retórica, que entra en el dominio de la idiosincrasia religiosa y moral, parecerá mucho menos inocente en cuanto se comprenda cuál es la tendencia que se oculta bajo ese manto de palabras sublimes: la enemistad de la vida». Piedad por la vida reactiva en nombre de valores superiores, piedad de Dios por el hombre reactivo: adivinamos la voluntad que se oculta en este modo de amar la vida, en este Dios de misericordia, en estos valores superiores. Dios se asfixia de piedad: todo sucede como si la vida reactiva se le metiese por la garganta. El hombre reactivo da muerte a Dios porque ya no soporta su piedad. El hombre reactivo ya no soporta ningún testigo, quiere estar solo con su triunfo, y únicamente con sus fuerzas. Se pone en el lugar de Dios: ya no conoce valores superiores a la vida, sino únicamente una vida reactiva que tiene bastante con ella misma, que pretende secretar sus propios valores. Las armas que le dio Dios, el resentimiento, incluso la mala conciencia, todas las figuras de su triunfo, las vuelve contra Dios, las opone a él. El resentimiento se hace ateo, pero este ateísmo es todavía resentimiento, siempre resentimiento, siempre mala conciencia. El hombre reactivo es el asesino de Dios, «el más abominable de los hombres», «rezumando hiel y lleno de oculta vergüenza». Reacciona contra la piedad de Dios: «También en el dominio de la piedad hay un buen gusto; este buen gusto ha acabado diciendo: Quitadnos a este Dios. Mejor quedarnos sin ningún Dios, mejor decidir cada uno con su cabeza, mejor estar loco, mejor ser uno mismo Dios» . ¿Hasta dónde llegará por este camino? Hasta un enorme hastío. Mejor no tener ningún valor que valores superiores, mejor no tener voluntad, mejor la nada como voluntad que una voluntad de la nada. Mejor apagarse pasivamente. Es el adivino, «adivino del gran cansancio», quien anuncia las consecuencias de la muerte de Dios: la vida reactiva sola con sí misma, careciendo incluso de la voluntad de desaparecer, soñando en una pasiva extinción. «¡Todo está vacío, todo es igual, todo está cumplido!... Todas las fuentes están secas para nosotros y el mar se ha retirado. El suelo se hunde pero el abismo no quiere tragarnos. ¡Ay! ¿dónde queda todavía un mar en el que sea posible ahogarse?... En verdad, estamos ya demasiado cansados para morirnos». El último de los hombres, ése es el descendiente del asesino de Dios: mejor ninguna voluntad, mejor un único rebaño. «Ya no nos hacemos ni pobres ni ricos: es demasiado penoso. ¿Quién puede querer gobernar todavía?¿Quién estaría aún dispuesto a obedecer? Es demasiado penoso. ¡Ningún pastor y un único rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales...». Así explicada, la historia nos conduce aún a la misma conclusión: el nihilismo negativo viene sustituido por el nihilismo reactivo, el nihilismo reactivo desemboca en el nihilismo pasivo. De Dios al asesino de Dios, del asesino de Dios al último hombre. Pero esta conclusión es el saber del adivino. Antes de llegar hasta aquí, cuántas aventuras, cuántas variaciones sobre el tema nihilista. Durante mucho tiempo la vida reactiva se esfuerza en segregar sus propios valores, el hombre reactivo ocupa el lugar de Dios: la adaptación, la evolución, el progreso, la felicidad para todos, el bien de la comunidad: el Hombre-Dios, el hombre moral, el hombre verídico, el hombre social. Éstos son los nuevos valores que nos son propuestos en lugar de Dios. Los últimos hombres dicen todavía: «Hemos inventado la felicidad». ¿Por qué el hombre habría matado a Dios, sino es para ocupar el lugar aún caliente?Heidegger observa, comentando a Nietzsche: «Si Dios ha abandonado su lugar en el mundo suprasensible, este lugar, aunque vacío, continúa estando. La región vacante del mundo suprasensible y del mundo ideal puede ser mantenida. El lugar vacío, en cierto modo, pide incluso ser ocupado de nuevo, y sustituir el Dios desaparecido por otra cosa». Más aún: es siempre la misma vida, esta vida que se beneficiaba en primer lugar de la depreciación de la vida en su conjunto, esta vida que se aprovechaba de la voluntad de la nada para conseguir su victoria, esta vida que triunfaba en los templos de Dios, a la sombra de los valores superiores; después, en segundo lugar, esta vida que ocupa el lugar de Dios, quien se rebela contra el principio de su propio triunfo y no reconoce más valores que los suyos; finalmente, esta vida extenuada que preferirá no querer, apagarse pasivamente, antes que ser animada por una voluntad que la sobrepase. Sigue siendo siempre la misma vida: vida depreciada, reducida a su forma reactiva. Los valores pueden cambiar, renovarse y hasta desaparecer. Lo que no cambia y no desaparece, es la perspectiva nihilista que preside esta historia desde el principio hasta el fin, y de la que derivan al mismo tiempo todos estos valores y su ausencia. Por eso Nietzsche puede pensar que el nihilismo no es un acontecimiento en la historia, sino el motor de la historia del hombre como historia universal. Nihilismo negativo, reactivo y pasivo: para Nietzsche se trata de una sola y misma historia jalonada por el judaísmo, el cristianismo, la reforma, el librepensamiento, la ideología democrática y socialista, etc. Hasta el último hombre.

Lectura anterior: El nihilismo

Próxima lectura: Dios ha muerto

Blanchot: De la escritura.

En apariencia, la escritura tiene la vida como soporte, lo mismo que el pensamiento detentaría el tiempo como el proceso de su cumplimiento. «Escribir. — Más tarde. —Más tarde: lentamente, de acuerdo con la sencilla suavidad de lo interrumpido que no cuenta jamás con un futuro del tiempo como tampoco se plantea en el momento presente.» El poder esencial de desatender el hecho de que la escritura tiene la vida como soporte, ha sido facilitado y teóricamente justificado con el recurso de los libros. Los libros parecen estar ahí para preservar la escritura y para permitirle constituirse en un espacio propio, apartada y como hiato de toda vida. Escribir, al estar restringido a plantearse como expresión o afirmación de la vida, no ha contentado jamás ni a la escritura ni a la vida. Las categorías refinadas, las de la existencia, el juego del ser y del tiempo, brindadas a la cuestión de escribir, han podido servir para mantener «viva» dicha cuestión, pero sin hacernos ilusiones acerca de esa vida que se ha tomado prestada. La vida pone en tela de juicio la escritura que elude la vida o la reduce. Pero el litigio proviene de la escritura que deja a la vida la plenitud y a lo viviente, portador de vida, la presencia irrefutable, mientras que escribir puede muy bien proponerse como aquello que agotaría la vida a fin de inscribirse en el límite de la vida. Finalmente, la proposición deja lugar a esta otra, totalmente distinta: escribir no se escribe más que en el límite de la escritura, allí donde el libro, que no obstante está siempre allí, es la presión del fin (sin fin) de los libros.

Guattari y la entropía


Lo que me desagrada del uso que las ciencias sociales hacen de la noción de energía no es, por supuesto, que se la piense como intensidad, sino la recuperación que se hace de esa noción, sobre todo la aplicación metafórica del segundo principio de termodinámica y de todo lo que gira en torno a la idea de entropía. Esa idea está presente en el psicoanálisis y en otros campos, en particular en la teoría de la información; la imagen de una suerte de infraestructura indiferenciada, una base energética que viene a desordenar el sistema. Desde esa perspectiva, todas las operaciones que hablan de la vida social y la comunicación de los afectos consisten en ordenar ese desorden. Energía, pulsión, instinto y deseos forman parte de un mundo sospechoso, peligroso y aterrador, que debería ser lidiado de la misma forma que un domador que entrase en una jaula de circo repleta de animales salvajes.

Félix Guattari

Cartografías del deseo

Bacon 1



Cuando intento pintar un retrato, mi ideal sería poder limitarme a tomar un único puñado de pintura y arrojarlo contra el lienzo, con la esperanza de que el retrato apareciera en él.

Bacon 2



Quiero que haya un gran orden en la imagen que pinto, pero que ese orden se deba al azar. Cuando se está pintando un retrato, por ejemplo, y se coloca la boca en determinado lugar, puede suceder que, de repente, un aviso del azar nos haga darnos cuenta de que nos gustaría pintar un retrato del Sahara, es decir, poder disponer, incluso en la búsqueda del parecido, de toda la superficie del Sahara.

Bacon 3



Retratos, autorretratos. Creo que el arte es una obsesión de vida y, como somos seres humanos, nuestra mayor obsesión somos nosotros mismos. ¡Fuerza de la evidencia!

Conversaciones, sobre Foucault y Blanchot.



– ¿No se dan en este punto ciertas semejanzas con Mauríce Blanchot, incluso una influencia de Blanchot?

– Foucault siempre reconoció que tenía una deuda con Blanchot. Podríamos decir que esta deuda se refiere a tres temas. El primero, “hablar no es ver”, esa diferencia que implica que, al decir lo que no puede verse, empujemos al lenguaje hasta su límite extremo, elevándolo hasta la potencia de lo indecible. En segundo lugar, la superioridad de la tercera persona –“él” [il ] o el neutro, el “se” [on]– sobre las dos primeras, el rechazo de toda personología lingüística. Y, para terminar, el tema del Afuera: la relación (o también la no–relación) con un Afuera más lejano que todo mundo exterior, y por ello mismo más próximo que todo mundo interior. No disminuye para nada la importancia de las convergencias de Foucault con Blanchot el hecho de comprender hasta qué punto Foucault procede a desarrollar autónomamente todos estos temas: la disyunción ver/hablar, que culmina con el libro sobre Raymond Roussel y el texto acerca de Magritte, implicará un nuevo estatuto de lo visible y de lo enunciable: toda la teoría del enunciado estará animada por ese “se habla”; las transformaciones de lo próximo y lo lejano en la línea del Afuera, como prueba a vida o muerte, van a producir actos de pensamiento propios de Foucault, el pliegue y el despliegue (muy diferentes, también, de Heidegger), y se encuentran en la base de los procesos de subjetivación.

Whitman y lo fragmentario


El mundo como conjunto de partes heterogéneas: patchwork infinito, o pared ilimitada de piedras sin argamasa (una pared cimentada o los pedazos de un rompecabezas recompondrían una totalidad). El mundo como muestrario: las muestras («espécimen») son precisamente singularidades, partes destacables y no totalizables que sobresalen de una serie de cosas corrientes. Muestras de días, specimen days, dice Whitman. Muestras de casos, muestras de escenas o de vistas (escenas, shows o sights). Las muestras en efecto son ora casos, siguiendo una coexistencia de partes separadas por intervalos de espacio (los heridos en los hospitales), ora vistas, siguiendo una sucesión de fases de un movimiento separadas por intervalos de tiempo (los momentos de una batalla incierta). En ambos casos, la ley es la de la fragmentación. Los fragmentos son granos, «granulaciones». Seleccionar los casos singulares y las escenas menores resulta más importante que cualquier consideración de conjunto. En los fragmentos es donde surge el fondo oculto, celestial o demoníaco. El fragmento es el «reflejo aislado» de una realidad sangrienta o apacible. Y aún es preciso que los fragmentos, las partes destacables, casos o vistas, sean extraídos mediante un acto especial que consiste precisamente en la escritura. La escritura fragmentaria en Whitman no se define por el aforismo o la separación, sino por un tipo particular de frase que modula el intervalo. Es como si la sintaxis que compone la frase, y que la convierte en una totalidad capaz de volver sobre sí misma, tendiera a desaparecer liberando una frase asintáctica infinita, que se va estirando o empujando guiones como intervalos espaciotemporales.

De la filosofía

Definimos la modernidad por la potencia del simulacro. Es propio de la filosofía no ser moderna a cualquier precio, no más que ser intemporal, sino de desprender de la modernidad algo que Nietzsche designaba como lo intempestivo, que pertenece a la modernidad, pero que también ha de ser puesto contra ella: «en favor, espero, de un tiempo por venir». No es en los grandes bosques ni en los senderos donde la filosofía se elabora, sino en las ciudades y en las calles, incluido lo más artificial que haya en ellas. Lo intempestivo se establece en relación con el pasado más lejano, en la inversión del platonismo; con relación al presente, en el simulacro concebido como el punto de esta modernidad crítica; con relación al futuro, en el fantasma del eterno retorno como creencia del porvenir. Lo artificial y el simulacro no son lo mismo. Incluso se oponen. Lo artificial es siempre una copia de copia, que ha de ser llevada hasta el punto donde cambie de naturaleza y se invierta en simulacro (momento del Arte Pop). Lo artificial y el simulacro se oponen en el corazón de la modernidad, en el punto en que ésta arregla todas sus cuentas, como se oponen dos modos de destrucción: los dos nihilismos. Pues hay una gran diferencia entre destruir para conservar y perpetuar el orden establecido de la representación, de los modelos y de las copias, y destruir los modelos y las copias para instaurar el caos que crea, poner en marcha los simulacros y levantar un fantasma: la más inocente de todas las destrucciones, la del platonismo.

Así pues, cambiaremos, ya hemos cambiado, estamos contentos. Algunos pensaban que continuaríamos en la misma onda, y hay quien llegó a creer que íbamos a formar un quinto grupo psicoanalítico. ¡Miserias! Soñamos con otras cosas más clandestinas y gozosas.

De la lectura



Leer en intensidad, en relación con el Afuera, flujo contra flujo, máquina con máquina, experimentación, acontecimientos para cada cual que nada tienen que ver con un libro, que lo hacen pedazos, que lo hacen funcionar con otras cosas, con cualquier cosa... ésta es una lectura amorosa.

De la atracción


La atracción es para Blanchot lo que, sin duda, es para Sade el deseo, para Nietzsche la fuerza, para Artaud la materialidad del pensamiento, para Bataille la trasgresión: la experiencia pura y más desnuda del afuera. Pero hay que entender bien lo que con esta palabra se está designando: la atracción, tal como la entiende Blanchot, no se apoya en ninguna seducción, no irrumpe ninguna soledad, no funda ninguna comunicación positiva. Ser atraído, no consiste en ser incitado por el atractivo del exterior, es más bien experimentar, en el vacío y la indigencia, la presencia del afuera, y, ligado a esta presencia, el hecho de que uno está irremediablemente fuera del afuera. Lejos de llamar a la interioridad a aproximarse a otra distinta, la atracción manifiesta imperiosamente que el afuera está ahí, abierto, sin intimidad, sin protección ni obstáculo (¿cómo podría tenerla, él que no tiene interioridad, sino que la despliega al infinito fuera de toda clausura?); pero que a esta abertura misma, no es posible acceder, pues el afuera no revela jamás su esencia; no puede ofrecerse como una presencia positiva -como una cosa iluminada desde el interior por la certidumbre de su propia existencia- sino únicamente como la ausencia que se retira lo más lejos posible de sí misma y se abisma en la señal que emite para que se avance hacia ella, como si fuera posible alcanzarla. Maravillosa simplicidad de la abertura, la atracción no tiene otra cosa que ofrecer más que el vacío que se abre indefinidamente bajo los pasos de aquel que es atraído, más que la indiferencia que le recibe como si él no estuviera allí, más que el mutismo demasiado insistente como para que se le resista, demasiado equívoco como para que se le pueda descifrar y darle una interpretación definitiva, -nada que ofrecer más que la seña de una mujer en la ventana, una puerta batiente, las sonrisas de un portero a la entrada de un lugar ilícito, una mirada abocada a la muerte.


El pensamiento del afuera. (Michel Foucault)

Platón, los Griegos 1


El platonismo aparece como doctrina selectiva, selección de los pretendientes, de los rivales. Todo objeto o todo ser pretenden determinadas cualidades. Se trata de juzgar el fundamento o la legitimidad de las pretensiones. La Idea es planteada por Platón como lo que posee una cualidad primera (necesaria y universalmente); deberá permitir, gracias a unas pruebas, determinar lo que posee la cualidad segunda, tercera, siguiendo la naturaleza de la participación. Así es la doctrina del juicio. El pretendiente legítimo es el participante, el que posee la segunda, aquel cuya pretensión resulta validada por la Idea. El platonismo es la Odisea filosófica que continúa en el neoplatonismo. Afronta la sofística como su enemigo, pero también como su límite y su doble: debido a que lo pretende todo o cualquier cosa, el sofista corre el serio peligro de embrollar la selección, de pervertir el juicio. Este problema se origina en la ciudad. Puesto que recusan toda trascendencia imperial bárbara, las sociedades griegas, las ciudades (incluso en los casos de las tiranías), forman campos de inmanencia. Estos están atestados, poblados por sociedades de amigos, es decir de rivales libres, cuyas pretensiones entran cada vez en un agon emulador y se ejercen en los ámbitos más diversos: amor, atletismo, política, magistraturas. Un régimen semejante implica evidentemente una importancia determinante de la opinión. Cosa particularmente visible en el caso de Atenas y de su democracia: autoctonía, filia, doxa son los tres rasgos fundamentales, y las condiciones bajo las cuales nace y se desarrolla la filosofía. La filosofía puede criticar con el espíritu estos rasgos, superarlos, corregirlos, pero permanece indexada sobre ellos.

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Bloques rizomáticos


Gilles y Félix


Mil mesetas

Bibliografía de Gilles Deleuze en castellano

DELEUZE, Gilles, Empirismo y Subjectividad (Madrid: Gedisa, 1981) tr. Hugo Acevedo. Prefacio de Oscar Masotta.
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DELEUZE, Gilles, La imagen-movimiento: Estudios sobre cine 1 (Barcelona: Paidós, 1984) tr. Irene Agoff.
DELEUZE, Gilles, La imagen-tiempo: Estudios sobre cine 2 (Barcelona: Paidós, 1986) tr. Irene Agoff.
DELEUZE, Gilles, Foucault (Barcelona: Paidós Studio, 1987) tr. José Vázquez Pérez. Prefacio de Miguel Morey.
DELEUZE, Gilles, El Pliegue: Leibniz y el barroco (Barcelona: Paidós, 1989) tr. José Vázquez Pérez y Umbelena Larraceleta.
DELEUZE, Gilles, Pericles y Verdi (Valencia: Pre-Textos, 1989) tr. Umbelena Larraceleta y José Vázquez Pérez.
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DELEUZE, Gilles, La isla desierta y otros textos (1953-1974) pre-textos 2005
DELEUZE, Gilles, Dos regímenes de locos. Textos y entrevistas (1975-1995) pre-textos 2007