
Deleuze– La lingüística no tiene para mí nada de esencial. Puede que Félix dijera otra cosa si estuviese presente. Pero es Félix quien ha visto precisamente un movimiento que tendía a transformar la lingüística: primero había sido fonológica, después sintáctica y semántica, pero cada vez se acercaba más a una pragmática. La pragmática (las circunstancias, los acontecimientos, los actos) se había considerado durante mucho tiempo como el “vertedero” de la lingüística, y sin embargo ahora se torna cada vez más importante, pasando a primer
plano el carácter activo de la lengua, en detrimento de las unidades o constantes abstractas del lenguaje. Lo que tiene de bueno este movimiento actual de investigación es que permite encuentros y causas comunes entre novelistas, lingüistas, filósofos, “vocalistas” (llamo así a los que se ocupan en investigaciones sobre el sonido y la voz en dominios tan dispares como el teatro, la canción, el cine o los medios audiovisuales). Se abre así un vastísimo campo de trabajo. Quisiera citar algunos ejemplos recientes. Para empezar, la trayectoria de Roland Barthes: pasó por la fonología, después por la sintaxis y la semántica, pero terminó inventando una pragmática propia, la pragmática de un lenguaje intimista, un lenguaje penetrado desde el interior por las circunstancias, los acontecimientos y los actos. Otro ejemplo: Nathalie Serraute ha escrito un hermoso libro que es como la escenificación de unas cuantas “proposiciones”, haciendo que la filosofía y la novela se confundan totalmente; al mismo tiempo, un lingüista como Ducrot ha producido, de otro modo, un libro de lingüística sobre la escenificación, sobre la estrategia y la pragmática de las proposiciones. Se ha producido un encuentro afortunado. Un último ejemplo: las investigaciones pragmáticas del lingüista norteamericano Labov, su oposición a Chomsky, su relación con las lenguas de gueto y de barrio. En cuanto a nosotros, no creo que seamos muy competentes en lingüística. Pero la competencia en cuanto tal es una noción lingüística bastante oscura. Nos limitamos a distinguir algunos temas que estimamos necesarios para nuestro trabajo: 1) el estatuto de las consignas en el lenguaje; 2) la importancia del discurso indirecto (y la denuncia de la metáfora como procedimiento fastidioso y sin importancia real); 3) la crítica de las constantes e incluso de las variables lingüísticas en provecho de las zonas de variación continua. La música, y las relaciones entre la música y la voz, juegan en Mil Mesetas un papel más importante que la lingüística.