Curso de los martes (Vincennes) - (14/01/74)


Mi asunto es: si digo que el ser es unívoco, se dice en el mismo sentido de todo eso de lo que se dice, ¿Cuales pueden ser las diferencias entre los ...? No pueden ser las diferencias de categorías, no pueden ser las diferencias de formas, no pueden ser las diferencias de géneros y de especies. Y ¿por qué no pueden ser eso? Porque, una vez más, si digo: las diferencias entre los seres son diferencias de formas, son diferencias formales, genéricas, específicas, en ese momento no puedo escapar a la analogía del ser por esta simple razón: las categorías son los géneros últimos del ser. Si digo: hay muchos sentidos de la palabra ser que son precisamente las categorías, debo decir que lo que es, eso de lo que digo "eso es", se distingue por la forma, la especie, el genero. Al contrario, si digo que el ser es unívoco y que se dice en un solo y mismo sentido de todo de lo que el se dice, caigo en lo que deviene el pensamiento demente, el pensamiento de la infamia, el pensamiento de lo informe, el pensamiento de lo no específico, el pensamiento de lo no genérico. El único medio de salir de ahí es decir: seguro hay diferencias entre los seres, y de todas maneras el ser se dice en un solo y mismo sentido de todo lo que es. Entonces, ¿en qué consisten las diferencias entre los seres? La única diferencia concebible en este momento, desde el punto de vista del ser unívoco, es evidentemente la diferencia únicamente como grados de potencia. Los seres no se distinguen por su forma, su genero, su especie, eso es secundario; todo lo que es remite a un grado de potencia.
Pintura de Arcangelo Ianelli

Cours Vincennes - St Denis : El acontecimiento, Whitehead - 10/03/1987


Un acontecimiento es el soporte de una infinidad de procesos, de procesos de subjetivación, de procesos de individuación, de racionalización, de todo lo que ustedes quieran. Van a nacer los sujetos, las individualidades van a dibujarse, pero todo eso en los acontecimientos. Todo es acontecimiento, pero sería necesaria una clasificación de los acontecimientos, por ejemplo, ¿cómo habría que plantear el problema de la libertad, en términos de acontecimientos? Hay una diferencia de naturaleza entre los acontecimientos que un sujeto -suponiendo que sepa lo que es un sujeto- que un sujeto sufre, o que un sujeto promete. ¿Qué quiere decir hacer acontecimiento? Quisiera hacerles sentir lo que esta filosofía tiene a la vez de muy familiar y de raro para nosotros. La filosofía debe crear tales modos de pensamiento. Es el título de uno de los libros de Whitehead, Modos de Pensamiento.

Maestros por Tomás Abraham



Quiero ahora hablar de los maestros. Yo he tenido maestros, admiro a mis maestros. No creo en mis maestros. Los admiro. La admiración es un sentimiento sano, nos purifica, nos expande, nos potencia. Hay que saber admirar, es lo contrario de la envidia. Yo tengo maestros. ¿Qué es un maestro? Mis maestros no se enteraron que yo soy su discípulo. Un discípulo inventa a sus maestros, unge a sus maestros. Un profesor no es un maestro, pero puede serlo. El profesor de filosofía es una figura reciente, es del siglo XIX. Descartes no era profesor de filosofia, Kant no era profesor de filosofía, Hegel, finalmente, sí lo fue. Para que llegue a existir el profesor de filosofía, había que erigir la figura del Estado moderno y la necesidad de funcionarios aptos para su funcionamiento burocrático. La universidad y la idea de un saber universal fue la base del profesorado de este saber filosófico que se pretendía totalizador. El profesor así concebido es un puente entre el saber acumulado por los siglos y el alumno ignorante. Y entonces el profesor se apropia del saber y se lo entrega al alumno por medio del texto, los libros, y su palabra magistral. Un maestro tiene otra presencia. De un maestro uno no aprende lo que sabe; de un maestro un aprende el modo en que hace lo que hace. Su manera de ser, su modo de hacer, su forma de plantarse ante las cosas, su singularidad. Su ethos.
Un maestro me ayuda a buscar aquello que me interesa.

Foucault
Mi maestro fue Michel Foucault. Fue mi profesor, a la vez maestro. El ni sabe quien soy, nunca supo. Yo lo nombré mi maestro. Me iluminó, por supuesto no para salvación celeste alguna, lo hizo hacia senderos en los que me esperaban nuevas y fascinantes lecturas. Me abrió caminos, en donde yo pude sembrar mis propias semillas, no las de él, sino las que yo mismo podía fertilizar con el tiempo. Él traza nuevas rutas por lugares inesperados. Marca rupturas donde había continuidad. Liga cosas que antes estaban separadas. Pone luz en lugares que a nadie le importaban. Le resta importancia a cosas que todo el mundo sacralizaba. Desde La historia de la locura, al Orden del discurso, y El uso de los placeres, cada libro suyo propone un plan de trabajo e incita a nueva e innumerables búsquedas.

Deleuze
Un maestro es Foucault, y el otro es nuestro común amigo, Gilles Deleuze. Maestro. Recordemos algunos de sus conceptos: imagen del pensamiento. Conectar. Deleuze es la música y Foucault es la letra de mi partitura filosófica. ¿Por qué Deleuze es la música? Porque se trata de proponer un ritmo, escuchar una melodía, una forma de conectar, de combinar notas-conceptos. Disyunciones inclusivas. Síntesis conectivas. Máquinas deseantes. Su enseñanza nos dice que no hay que temerle a la locura, no hay que temerle al pensamiento disparatado. El pensamiento debe ser disparatado y al mismo tiempo muy disciplinado –es muy importante combinarlos - . Es necesaria muchísima disciplina y concentración para que el disparate no sea balbuceo. Y además herida grave, asunto que le preocupaba a Deleuze que les pedía a sus lectores que no lo malentiendieran. Daba el alerta, y recomendaba precaución.
“No quiero que se conviertan en trapos”, decía.

Frases para armar un botiquín: Filosofía.


Tal vez no se pueda plantear la pregunta ¿Qué es la filosofía? hasta tarde, cuando llegan la vejez y la hora de hablar concretamente. De hecho, la bibliografía es muy escasa. Se trata de una pregunta que nos planteamos con moderada inquietud, a medianoche, cuando ya no queda nada por preguntar. Antes la planteábamos, no dejábamos de plantearla, pero de un modo demasiado indirecto u oblicuo, demasiado artificial, demasiado abstracto, y, más que absorbidos por ella, la exponíamos, la dominábamos sobrevolándola. No estábamos suficientemente sobrios. Teníamos demasiadas ganas de ponernos a filosofar y, salvo como ejercicio de estilo, no nos planteábamos qué era la filosofía; no habíamos alcanzado ese grado de no estilo en el que por fin se puede decir: ¿pero qué era eso, lo que he estado haciendo durante toda mi vida? A veces ocurre que la vejez otorga, no una juventud eterna, sino una libertad soberana, una necesidad pura en la que se goza de un momento de gracia entre la vida y la muerte, y en el que todas las piezas de la máquina encajan para enviar un mensaje hacia el futuro que atraviesa las épocas...

Les romans et les récits de Maurice Blanchot


Colloque du 10 et 11 mars 2011 : « Les romans et les récits de Maurice Blanchot » organisé par Manola Antonioli (Collège International de Philosophie) et Alain Milon (Université de Paris Ouest).
Le colloque se propose de questionner cet univers narratif étrange et singulier, souvent trop peu connu et analysé, en privilégiant de façon non exclusive les axes de recherche suivants :
1. La différence entre les « romans » et les « récits ».
2. La présence du corps, de l'érotisme, du féminin.
3. Les noms propres.
4. Les espaces-temps des fictions.
5. La Loi et les lois.
6. Le témoignage.
7. L'usage des pronoms personnels (notamment l'alternance du « Je » et du « Il » ou « Elle », du « Tu » et du « Vous).
8. La mort.
9. La présence/absence de la voix narrative.
10. L'étrange et l'étranger.
11. Le jour et la nuit, la lumière et l'obscurité.
12. Le rôle de l'image dans la photo, la peinture et l'écriture.
13. Les modalités de l'écriture fragmentaire.

Informes:

Cada uno es varios


Fue así como yo empecé a escribir libros en este registro de vagabundeo, Diferencia y repetición y Lógica del sentido. No me hago ilusiones: son libros aún lastrados por un pesado aparato universitario, pero intento con ellos una especie de trastorno, intento que algo se agite en mi interior, tratar la escritura como un flujo y no como un código. Hay algunas páginas de Diferencia y repetición que estimo especialmente, como por ejemplo las que tratan de la fatiga y la contemplación, porque ellas proceden, a pesar de las apariencias, de la más viva experiencia vital. No era mucho, sólo un comienzo. Después tuvo lugar mi encuentro con Félix Guattari, y el modo en que nos entendimos, nos completamos, nos despersonalizamos el uno al otro y nos singularizamos uno mediante el otro, en suma, el modo en que nos quisimos. De ahí salió El Anti–Edipo, que representa un nuevo progreso. Me pregunto si no será precisamente el hecho de que haya sido escrito por dos personas una de las razones formales de la hostilidad que a veces despierta este libro, ya que la gente disfruta con las desavenencias y las asignaciones. Han intentado, pues, discernir lo indiscernible o determinar lo que debe asignarse a cada uno de nosotros. Pero dado que cada uno de nosotros, como todo el mundo, es ya varias personas, hay mucha gente en total.

Edipo filosófico


Pertenezco a una generación, a una de las últimas generaciones que han sido más o menos asesinadas por la historia de la filosofía. La historia de la filosofía ejerce, en el seno de la filosofía, una evidente función represiva, es el Edipo propiamente filosófico: “No osarás hablar en tu propio nombre hasta que no hayas leído esto y aquello, y esto sobre aquello y aquello sobre esto.” De mi generación, algunos no consiguieron liberarse, otros sí: inventaron sus propios métodos y reglas nuevas, un tono diferente. G.D

Devenir Fellini




"Nunca se debería hablar de las películas -escribió Fellini-. En primer lugar, porque por su verdadera naturaleza, una película no se puede describir con palabras. Es como pretender contar un cuadro o describir verbalmente una partitura musical. Luego, porque al hablar de ellas, uno se desliza por una serie de hipótesis que las aprisionan, viscosas, que las fijan en imágenes, estructuras, características inevitablemente reductoras." Sin embargo, ya se sabe que este gigante del cine, el poeta cuya obra completa está en estos días al alcance del público de Buenos Aires gracias a la retrospectiva justamente titulada Tutto Fellini, que se desarrolla en la sala Lugones, habló (y escribió) mucho y muy bien, sobre sus films -los que hizo, los que imaginó-, sobre las visiones y las emociones que les dieron origen y sobre los sueños, materia indispensable con la que construyó su obra única.
Por eso, porque también sus palabras revelan al genio bullente y tumultuoso creador de tantas imágenes inolvidables, y porque ya se ha dicho y escrito sobradamente acerca de su personalidad y del mundo propio que supo crear, a imagen y semejanza del real, pero con la fantasía del poeta y el trazo del caricaturista que nunca dejó de ser, preferimos esta vez cederle la palabra. Aun a riesgo de no haber sabido seleccionar de entre sus dichos lo más sabroso, significativo o revelador, y aunque, a veces, no tuviera más remedio que referirse a sus films, o al menos, a su relación con ellos:
"Una película, para mí, es realmente algo muy próximo a un sueño amigo que no he buscado, ambiguo, pero ansioso por revelarse, vergonzoso cuando se explica, fascinante mientras conserva su misterio."
"Al comienzo, una película, ¿qué es? Una sospecha, una hipótesis narrativa, sombras de ideas, sentimientos difuminados. Pero en su primer e impalpable contacto parece ser ya ella misma, completa, vital, purísima. La tentación de dejarla así, en esa dimensión inmaculada, es grandísima: todo sería más sencillo, quién sabe, tal vez más justo."
"No sé juzgar mis películas, ver desde la perspectiva de los espectadores. Ni siquiera voy a verlas. Cuando la película está terminada, la considero liquidada: ya he hecho mi trabajo, ahora es ella la que tiene que hacerse ver, agradar. Ir a controlarlo me parecería impúdico. Además, pienso que ni siquiera la reconocería... Esta operación crítica no la puedo hacer. Porque, cuando se está filmando, la película se te escapa. No es una película la que haces, sino muchas películas, un trocito por vez."
***
Y porque recordaba la irritación que le producía, de chico, la palabra "Fin" al término de la proyección, se rehusó a colocarla desde sus primeras películas. "Para mí, significaba que la fiesta había terminado, que había que volver a casa a hacer los deberes. Poner la palabra «fin» me parece, además, una violencia contra los personajes de mis historias. Prefiero imaginar que ellos siguen -quizás encontrándose y presentándose entre sí- unidos en un cortejo y viviendo la continuación de sus aventuras."
Quienes hemos convivido alguna vez con ellos sabemos que tiene que ser así.


Federico Fellini, de puño y letra
Por Fernando López

Devenir Foucault


No le interesan los griegos sino nuestra relación con la subjetivación, nuestro modo de constituirnos como sujetos. Pensar es siempre experimentar, nunca interpretar, pero la experimentación es siempre actual, acerca de lo que emerge, de lo nuevo, lo que se está formando. La historia no es experimentación, ella representa únicamente el conjunto de las condiciones prácticamente restrictivas que permiten experimentar algo que escapa a la historia. Sin la historia, la experimentación quedaría indeterminada, incondicionada, pero la experimentación no es histórica sino filosófica. Nadie ha sido en el siglo XX más plenamente filósofo que Foucault, él fue sin duda el único que abandonó completamente el siglo XIX (por eso podía hablar de él con tanta precisión). Este es el sentido en que Foucault introducía su vida en su pensamiento: la relación con el poder, y luego la relación consigo mismo, todo esto era para él un asunto de vida o muerte, de locura o de renovación de la razón.

Invertir el Platonismo




El platonismo funda todo el ámbito que la filosofía reconocerá como suyo: el ámbito de la representación lleno de copias-íconos, y definido no en relación extrínseca a un objeto sino en relación intrínseca al modelo o fundamento. El modelo platónico es lo Mismo, en el sentido en que Platón dice que la Justicia no es otra cosa que justa, la Valentía, valiente, etc.: la determinación abstracta del fundamento como lo que posee en primer lugar. La copia platónica es lo Semejante: el pretendiente que recibe en segundo término. A la identidad pura del modelo o del original corresponde la similitud ejemplar; a la pura semejanza de la copia, la similitud llamada imitativa. No se puede decir, sin embargo, que el platonismo desarrolle aún esta potencia de la representación por sí misma: se limita a señalar su dominio, es decir, fundarlo; seleccionarlo, excluir de él todo lo que viniese a alterar sus límites. Empero, el despliegue de la representación como bien fundada y limitada, como representación acabada, es más bien objetivo de Aristóteles; en él la representación recorre y cubre todo el dominio que va desde los más altos géneros a las especies más pequeñas, y el método de división toma entonces su sesgo tradicional de especificación que no tenía en Platón. Podemos asignar un tercer momento cuando, bajo la influencia del cristianismo, ya no se busca solamente fundar la representación, hacerla posible, ni especificarla o determinarla como finita, sino hacerla infinita, hacer que valore una pretensión sobre lo ilimitado, que conquiste tanto lo infinitamente grande como lo infinitamente pequeño, abriéndola en el Ser, más allá de los más grandes géneros, y en lo singular, más acá de las especies más pequeñas.

La estética sufre de una dualidad desgarradora.

Invertir el platonismo significa entonces: mostrar los simulacros, afirmar sus derechos entre los iconos o las copias. El problema ya no concierne a la distinción Esencia-Apariencia, o Modelo-copia. Esta distinción opera enteramente en el mundo de la representación; se trata de introducir la subversión en este mundo, «Crepúsculo de los ídolos». El simulacro no es una copia degradada; oculta una potencia positiva que niega el original, la copia, el modelo y la reproducción. De las dos series divergentes, al menos, interiorizadas en el simulacro, ninguna puede ser asignada como original, ninguna como copia. Tampoco resulta suficiente invocar un modelo de lo Otro, porque ningún modelo resiste al vértigo del simulacro. Ya no hay punto de vista privilegiado ni objeto común a todos los puntos de vista. No hay jerarquía posible: ni segundo, ni tercero... La semejanza subsiste, pero es producida como el efecto exterior del simulacro en cuanto que se construye sobre las series divergentes y las hace resonar. La identidad subsiste, pero es producida como la ley que complica todas las series y las hace volver a todas sobre cada una en el curso del movimiento forzado. En la inversión del platonismo, la semejanza se dice de la diferencia interiorizada; y la identidad, de lo Diferente como potencia primera. Lo mismo y lo semejante sólo tienen ya por esencia el ser simulados, es decir, expresar el funcionamiento del simulacro.

Bacon



Quiero que haya un gran orden en la imagen que pinto, pero que ese orden se deba al azar. Cuando se está pintando un retrato, por ejemplo, y se coloca la boca en determinado lugar, puede suceder que, de repente, un aviso del azar nos haga darnos cuenta de que nos gustaría pintar un retrato del Sahara, es decir, poder disponer, incluso en la búsqueda del parecido, de toda la superficie del Sahara [...].

De la noción común


Los sentimientos que surgen de las nociones comunes, ya no son pasiones de alegría, son afectos activos. Estos ya dependen de mi potencia de actuar. Hay una diferencia importante entre lo que aumenta mi potencia de actuar (siempre es una pasión y aún no hay posesión de ella, tiendo a la posesión de ella pero aún no la poseo) y lo que deriva de mi potencia de actuar (entro en posesión de mi potencia, poseo formalmente mi potencia).

Richard Pinhas y el plano


Somos los Gatsby de los tiempos actuales, los Bartleby de lo virtual, los últimos errantes, los últimos nómadas. Componer ha devenido un acto de amor posible. Y más alla de la composición, más allá del bien y del mal, en la Mecanosfera que es literalmente Maquinación, trucaje, juego (pues todo el tiempo el niño-rey juega a la chita, a las tablas, a los dioses y a los salvajes, a los demonios que saltan más allá de los límites, a la hibris, al computador, a las múltiples prácticas del amor físico...), nosotros describimos el último Plano. El Plano.

Somos los practicantes de lo múltiple, y apostamos al mundo del mañana, pues habrá forzosamente un mundo mañana, será la efectuación misma de todas las virtualidades del plano.

De Richard Pinhas El plano - 4 de noviembre 2027