Tiempo liberado de la medida

Tiempo pulsado, tiempo no pulsado, son completamente musicales, pero también son otra cosa. La cuestión sería saber en que consiste, justamente, ese tiempo no pulsado. Esta especie de tiempo flotante, que corresponde un poco a lo que Proust llamaba "un poco de tiempo en estado puro". El carácter más evidente, el más inmediato, es que un tal tiempo llamado no pulsado, es una duración, es un tiempo liberado de la medida, sea una medida regular o irregular, sea simple o compleja. Un tiempo no pulsado nos pone primero y ante todo en presencia de una multiplicidad de duraciones heterocrónicas, cualitativas, no coincidentes. ¿Cómo se articulan, puesto que evidentemente estamos privados de la solución más general y clásica que consiste en confiar al espíritu el cuidado de fijar una medida común o una cadencia métrica a todas las duraciones vitales? Desde el comienzo, esta solución es taponada.
Con la libertad de ir a otro dominio, pienso que actualmente, cuando los biólogos hablan de ritmos, encuentran preguntas análogas. Ellos han renunciado a creer, también ellos, que los ritmos heterogéneos puedan articularse entrando bajo el dominio de una forma unificante. De las articulaciones entre ritmos vitales, por ejemplo los ritmos de 24 horas, no buscan la explicación del lado de una forma superior que los unifique, ni del lado de una secuencia regular de procesos elementales. De hecho las buscan en otra parte, a un nivel sub-vital, infra-vital, en lo que llaman una población de osciladores moleculares capaces de atravesar los sistemas heterogéneos, en las moléculas oscilantes acopladas que, entonces, atravesarán conjuntos y duraciones dispares. La articulación no depende de una forma unificable o unificativa, ni métrica, ni cadencia, ni medida cualquiera regular o irregular, sino de la acción de ciertas parejas moleculares lanzadas a través de capas diferentes y de ritmicidades diferentes. No es por simple metáfora que se puede hablar de un descubrimiento semejante en música: las moléculas sonoras, más bien que las notas o los tonos puros. Las moléculas sonoras acopladas capaces de atravesar capas de ritmicidad, capas de duraciones de hecho heterogéneas. He aquí la primera determinación de un tiempo no pulsado.  Hay un cierto tipo de individuación que no se restablece en un sujeto (yo), ni en la combinación de una forma y una materia. Un paisaje, un acontecimiento, una hora del día, una vida o un fragmento de vida... proceden de modo diferente. Tengo el sentimiento de que el problema de la individuación en música, que seguramente es muy complicado, es más bien del tipo de esas segundas individuaciones paradójicas. ¿A qué se le llama la individuación de una frase, de una pequeña frase en música? Quisiera partir del nivel más rudimentario, el más fácil en apariencia. Sucede que una música nos recuerda un paisaje. También sucede que los sonidos evocan colores, sea por asociación, sea por fenómenos llamados de sinestesia. Sucede, en fin, que los motivos en las operas estén ligados a las personas, por ejemplo un motivo wagneriano esta llamado a designar un personaje. Un modo de escuchar así no es nulo o sin interés, quizás a un cierto nivel de distracción hay que pasar por ahí, pero cada uno sabe que no es suficiente. Es que, a un nivel más tenso, no es el sonido el que remite a un paisaje, sino la música misma que envuelve un paisaje propiamente sonoro que le es interior (así en Liszt). Podríamos decir otro tanto para la noción de color, y considerar que las duraciones, los ritmos, los timbres con mayor razón, son ellos mismos colores, colores propiamente sonoros, que vienen a superponerse a los colores visibles, y que no tienen las mismas velocidades ni los mismos pasos de los colores visibles. Igualmente para la tercera noción, la del personaje. Podemos considerar en la opera ciertos momentos en asociación con un personaje: pero los motivos en Wagner no se asocian solamente a un personaje exterior, se transforman, tienen una vida autónoma en un tiempo flotante no pulsado en el que devienen ellos mismos y por sí mismos los personajes interiores a la música. Esas tres nociones diferentes de paisajes sonoros, de colores audibles, de personajes rítmicos aparecen entonces como los aspectos bajo los cuales un tiempo no pulsado produce individuaciones de un tipo muy particular. 

Pensamos que la vida sería, más bien, una simplificación de la materia; se puede creer que los ritmos vitales no encuentran su unificación en una fuerza espiritual, sino al contrario en los acoplamientos moleculares.


Conferencia sobre el mundo musical, 1978. G. Deleuze
Pintura: Dubuffet