Clément Rosset
“Tranquilícese, todo está mal”
La celebración del gozo de vivir es una consecuencia de lo irremediable y constatable de nuestra muerte, sostiene el filósofo francés, un “trágico total”. Aquí, sus reflexiones a propósito de la edición en español de dos de sus libros.
Bella nota realizada por Luis Diego Fernandez
Es evidente el choque contra el canon metafísico que va de Platón a Heidegger, algo que leen atentamente Gilles Deleuze y Félix Guattari en El Antiedipo : “Clément Rosset dice acertadamente que cada vez que insistimos sobre una carencia de la que carecería el deseo para definir su objeto, el mundo se ve doblado por otro mundo”. Entonces, la idea de mundo doble de Deleuze es la forma más evidente de la crítica por parte de la filosofía afirmativa de lo real de Rosset. Como sabemos, para Deleuze el deseo produce lo real, por lo tanto es la antítesis de la idea platónica y cristiana que concibe el deseo como carencia, como falta. Según Platón –el mito del andrógino–, somos seres incompletos que buscamos la parte que nos falta; aquí estaría el comienzo de la neurosis y de un mundo binario –perfecto– frente a un mundo imperfecto, el que habitamos. Para Rosset, como para Deleuze –y los pensadores de su tradición– el deseo no es carencia sino afirmación y producción. Uno tiene lo que desea, es el deseo el que lo genera. En este aspecto, la filosofía de Rosset es claramente antipsicoanalítica –que también concibe el deseo como falta– tal como señalan Deleuze y Guattari al enfocar al inconsciente como mero teatro de representaciones, productor de fantasmas a través del sueño, el mito, etcétera.
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