Félix Guattari: Una refundación de las prácticas sociales 1


Las rutinas de la vida cotidiana, la banalidad del mundo que nos representan los medios de comunicación, nos envuelven en una atmósfera tranquilizadora en la que, en realidad, nada parece tener consecuencias. Nos tapamos los ojos, nos prohibimos pensar en la turbulenta huida de nuestro tiempo, que proyecta hacia atrás, muy lejos y muy deprisa, nuestro pasado más familiar, borra unas maneras de ser y de vivir aún frescas en nuestra memoria y adhiere nuestro futuro a un horizonte opaco, cargado de nubarrones y de miasmas. Se busca a toda costa una tranquilidad a medida que todo ofrece cada vez menos seguridad. Los dos «Grandes» del pasado, que durante mucho tiempo se apoyaron el uno en el otro, se han visto desestabilizados por el hundimiento de uno de ellos. Los países de la ex URSS y los de Europa del Este se hunden en dramas sin aparente solución. Por su parte, Estados Unidos tampoco está a salvo de las violentas sacudidas de la civilización, como hemos podido ver recientemente en Los Angeles. Los países del Tercer Mundo no logran salir del marasmo; Africa, sobre todo, está sumida en un atroz callejón sin salida. Los desastres ecológicos, el hambre, el paro, el resurgimiento del racismo y la xenofobia asedian, como otras tantas amenazas, este fin de milenio. Por otra parte, las ciencias y las tecnologías evolucionan a enorme velocidad, y ofrecen virtualmente al ser humano todas las claves necesarias para resolver sus problemas materiales. Pero la humanidad no consigue apropiárselas; permanece estupefacta, impotente ante los desafíos a los que se enfrenta. Asiste pasivamente al desarrollo de la polución del agua, del aire, a la destrucción de los bosques, a la perturbación de los climas, a la desaparición de multitud de especies vivas, al empobrecimiento del capital genético de la biosfera, a la degradación de los paisajes naturales, a la asfixia de sus ciudades y al abandono progresivo de valores culturales y de referencias morales relativas a la solidaridad y la fraternidad humanas... Parece como si la humanidad hubiera perdido la cabeza o, para ser más exactos, como si su cabeza hubiera dejado de funcionar de acuerdo con su cuerpo. ¿Cómo podría recuperar la brújula para orientarse dentro de una modernidad cuya complejidad la supera por todas partes? Pensar la complejidad, renunciar, en particular, al enfoque reduccionista del cientifismo cuando se trata de poner en tela de juicio los propios prejuicios y los intereses a corto plazo: ésta es la perspectiva de entrada en una era que he calificado de post-media, pues todos los grandes trastornos contemporáneos, tanto si son de alcance negativo como positivo, en la actualidad son juzgados por el rasero de informaciones tamizadas por la industria mediática, que sólo contempla el aspecto anecdótico de las cosas y jamás problematiza los envites en juego en su verdadera amplitud. Es cierto que resulta difícil conseguir que las personas salgan de sí mismas, que se distancien de sus preocupaciones inmediatas y reflexionen sobre el presente y el futuro del mundo. Para conseguirlo se echan en falta inicitaciones colectivas. La mayor parte de las instancias de comunicación, de reflexión y de concertación, han quedado disueltas en favor de un individualismo y de una soledad que muchas veces son sinónimo de angustia y de neurosis. En este sentido, preconizo —bajo la tutela de una articulación inédita entre ecología medioambiental, ecología social y ecología mental— la invención de nuevos agenciamientos colectivos de enunciación, que atañen a la pareja, a la familia, a la escuela, al barrio, etc. El funcionamiento de los actuales medios de comunicación de masas, en especial de la televisión, van en contra de esta perspectiva. El telespectador permanece pasivo ante la pantalla, prisionero de una relación casi hipnótica, separado del otro, exento de responsabilidad.


«Por una refundación de las prácticas sociales» fue publicado póstumamente por la revista Le Monde Diplomatique, octubre de 1992 (una traducción castellana apareció en la revista Ajoblanco, diciembre de 1992).
Fuente: Plan sobre el planeta Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares
Félix Guattari Prólogo: Anne Querrien Edición y notas: Raúl Sánchez Cedillo
Traficantes de sueños, mapas