Witold Gombrowicz, devenir escritor.




“De vuelta a Buenos Aires he cambiado mi modo de vida. Me levanto alrededor de las once, pero dejo el afeitado para más tarde, porque es muy aburrido. El desayuno compuesto de: té, pan, mantequilla y dos huevos, los días pares de la semana, pasados por agua, y los días impares, duros. Después del desayuno me pongo a trabajar y escribo hasta que las ganas de abandonar el trabajo vencen en mí la aversión hacia el afeitado (...)” “Cuando se produce esta crisis, me afeito con agrado. El hecho de estar afeitado me inclina a salir a la calle, de modo que me dirijo al café Querandí, en la esquina de las calles Moreno y Perú, para tomar una café con facturas y leer ‘La Razón’. Vuelvo a casa para seguir trabajando, pero estas horas las dedico al trabajo remunerado para la prensa local, o bien, montado en mi Remington, pongo al día la correspondencia (...)”
“Después de las ocho salgo a cenar al restaurante Sorrento, y luego el programa varía en función de las circunstancias. Las horas tardías de la noche las dedico a la lectura de libros, que, por desgracia, no siempre son como desearía. Hoy he recibido una carta de Kot Jelenski”. En este breve pasaje Gombrowicz nombra a la Remington, al Sorrento, a Jelenski y al Querandí, cuatro personajes de importancia en su obra y en su vida.“Seguía desempeñando mis funciones de secretario en el Banco Polaco, cada vez me costaba más soportarlo, no podía más. En un arranque de heroísmo desesperado, mandé al banco de paseo. Era el salto a lo desconocido, mis ahorros ascendían a unos dos mil dólares, no tenía ningún empleo en perspectiva, nada a lo que aferrarme. Mis dos primeros años lejos del banco fueron una delicia, todos los días eran una fiesta (...)” “¿Escribir? ¿Escribir otra vez después de ‘Transatlántico’? ¿Y escribir qué? Como de costumbre, me puse a garrapatear algo en medio de la incertidumbre, la ignorancia y la deprimente miseria que me abruman siempre que empiezo un libro. Poco a poco, aquello se enriqueció, se intensificó, y nació así una nueva forma, una nueva obra, la novela que titulé ‘Pornografía’ (...)” “Por entonces me compré una máquina de escribir, una Remington semiportatil, completamente nueva, de un mate muy elegante, y fue como si me hubiera comprado un Rolls Royce. Con esta Remington escribí ‘Pornografía’. Escribo a mano, no podría hacerlo de otro modo, luego paso a máquina el texto ya acabado, introduciendo algunas ligeras modificaciones”


GOMBROWICZIDAS
Juan carlos Gómez