Una vida y nada más.


La inmanencia absoluta es ella misma y sólo ella misma: no está en ninguna cosa ni pertenece a ninguna cosa. No depende de un objeto ni pertenece a un sujeto. En Spinoza la inmanencia no está en la substancia sino la substancia y los modos están en la inmanencia. Cuando el sujeto y el objeto caen por fuera del plano de inmanencia y son tomados como sujeto universal u objeto cualquiera a los que la inmanencia es atribuida, se está produciendo una desnaturalización de lo trascendental. Este no aparece sino como redoblamiento de lo empírico (como en Kant), produciéndose así una deformación de la inmanencia que aparece contenida en lo trascendente. La inmanencia no se relaciona con Alguna cosa como unidad superior de todas las cosas, ni con un Sujeto como acto que opera la síntesis de las cosas: cuando la inmanencia no responde a nada distinto que a sí misma es cuando podemos hablar de un plano de inmanencia. Así como el campo trascendental no se define por la conciencia, el plano de inmanencia no se define por un sujeto ni por un objeto capaces de contenerlo. Diremos de la pura inmanencia que ella es una vida y nada más. Ella no es inmanencia a la vida sino lo inmanente que no está contenido en nada siendo en sí mismo una vida. Una vida es la inmanencia de la inmanencia, la inmanencia absoluta. Ella es potencia, beatitud completa. Es en la medida en que Fichte sobrepasa las aporías del sujeto y del objeto en su última filosofía que puede llegar a presentar el campo trascendental como una vida que no depende de un ser ni está sometida a un Acto: conciencia inmediata absoluta en donde la actividad misma no remite a un ser sino que se plantea en una vida .