Michael Hardt: diferencia y singularidad

La ontología de Deleuze esta basada en las concepciones de la diferencia y singularidad que describe Bergson y Spinoza respectivamente.
La diferencia Bergsoniana define sobre todo, el principio del movimiento positivo del Ser, vale decir, el principio temporal de la articulación y la diferenciación ontológicas.
Bergson no se pregunta qué es el ser, sino cómo se mueve el ser.
La diferencia Bergsoniana debe distinguirse ante todo de la diferencia de los mecanicistas, quienes postulan una evolución empírica en la cual cada determinación está causada por un “otro” material mediante una relación accidental.
Deleuze sostiene que la oposición es una noción demasiado simplista para captar los matices que marcan las diferencias reales; se adapta flojamente a la realidad como un traje demasiado holgado.
El movimiento del ser es una progresión de diferencias internas, por cuanto la causa siempre es inherente a su efecto. De este modo, el movimiento ontológico se libera del juego de las negaciones y se presenta, en cambio, como absolutamente positivo, como una diferenciación interna.
En el contexto Spinoziano, la positividad del ser se caracteriza por su singularidad y su expresión unívoca. La singularidad en Spinoza no se define por su diferencia en relación con otro, en relación con el no ser, antes bien se define por el hecho de que el ser es diferente en sí mismo.
El ser Spinoziano es notable; es diferente sin ninguna referencia externa.
El ser es singular.
Así como el ser es causa de sí mismo y por lo tanto esta sustentado por una estructura causal interna, también es diferente en sí mismo y por lo tanto se sostiene a través de una noción de diferencia interna o diferencia eficiente.
La expresión de esta diferencia interna es precisamente el movimiento del Ser.
La expresión del ser singular, solo puede ser unívoca: el ser se expresa siempre y en todas partes con una misma voz.
La expresión singular y univoca del ser, es en el contexto spinoziano, la más alta afirmación posible del ser.
La dignidad del ser es precisamente su poder, su producción interna, es decir, la genealogía causal eficiente que surge desde adentro, la diferencia positiva que marca su singularidad. El ser real es singular y univoco; es diferente en sí mismo. De esta diferencia eficiente que reside en el corazón mismo del ser, fluye la multiplicidad real del mundo.
No hay ninguna separación entre el ser y la naturaleza.
Cualquier expresión como ser-en-el-mundo no tendría ningún sentido en la ontología de Deleuze.
Una primera lección que nos deja la filosofía de Deleuze es pues que aquello que algunos consideran la línea dominante de la especulación metafísica –Platon-Hegel-Heidegger- no tiene el monopolio del pensamiento ontológico.
Deleuze saca a la luz la coherencia de una tradición alternativa desde Lucrecio y Duns Escoto a Spinoza y Bergson.
Esta última opción nos permite poner de relieve nuestro poder de actuar y nuestro poder de ser afectados. Una ontología del poder.