Con ayuda de una gran cantidad de terror social que es
vivido como culpabilidad individual, las fuerzas de ocupación capitalista, con
su sistema cada vez más refinado de agresión, estímulo y chantaje, se ensañan
en reprimir, excluir y neutralizar todas las prácticas deseantes que no tengan
por efecto reproducir las formas de la dominación.
Es así como se prolonga indefinidamente el reino milenario
del goce desdichado, del sacrificio, de la resignación, del masoquismo
instituido, de la muerte: el reino de la castración que produce al “sujeto”
culpable, neurótico, laborioso, sumiso, explotable.
Félix Guattari
Para acabar con la masacre del cuerpo