Félix Guattari:
Nosotros planteamos un problema muy sencillo,
similar al de Burroughs frente a la droga: ¿se puede alcanzar la
potencia de las drogas sin drogarse, sin autoproducirse como un loco drogado?
Con la esquizofrenia pasa lo mismo. Por nuestra parte, diferenciamos, de un
lado, la esquizofrenia como proceso y, de otro, la producción del
esquizofrénico como entidad clínica apropiada al hospital: ambos están en
proporción inversa, El esquizofrénico del hospital es alguien que ha intentado
algo y ha fracasado, que se ha derrumbado.
No decimos que el revolucionario sea
esquizofrénico. Decimos que hay un proceso esquizofrénico de descodificación y
desterritorialización cuya conversión en producción de esquizofrenia clínica
sólo puede ser evitada por la actividad revolucionaria, Planteamos un problema
que concierne a la estrecha relación que existe entre el capitalismo y el
psicoanálisis, por una parte, y entre los movimientos revolucionarios y el
esquizoanálisis, por otra. Paranoia capitalista y esquizofrenia revolucionaria,
por así decirlo, pero no en el sentido psiquiátrico de estos términos sino, al
contrario, a partir de sus determinaciones sociales y políticas, de las que
sólo bajo ciertas condiciones se deriva su aplicación psiquiátrica.
El Esquizoanálisis tiene un solo
objetivo, que la máquina revolucionaria, la máquina artística y la máquina
analítica se conviertan en piezas y engranajes unas de otras. Si, una vez más,
consideramos el caso del delirio, nos parece que tiene dos polos, un polo
paranoico fascista y un polo esquizo-revolucionario. No deja de oscilar entre
ambos polos. Esto es lo que nos interesa: la esquizia revolucionaria por contraposición al
significante despótico. Por otra parte, no merece la pena
contestar de antemano a los disparates, ya que son imprevisibles, como tampoco
la merece luchar contra ellos cuando se producen. Es mejor hacer otras cosas,
trabajar con quienes van en el mismo sentido. En cuanto a la responsabilidad o
la irresponsabilidad, nada. Sabemos de tales nociones: se las dejamos a la
policía y a los psiquiatras de los tribunales.