Félix Guattari. Líneas de fuga

Editorial Cactus Por otro mundo de posibles


Cual un tesoro escondido, desenterrado, este libro redactado por Guattari en 1979, en paralelo a la escritura de Mil mesetas junto a Deleuze, se mantuvo inédito hasta hoy.
Sin el rictus sistemático del intelectual universalista, que halla totalidades como caídas del cielo, y así erige sus objetos, aquí se nos advierte que solo se buscan direcciones para una investigación en curso, en pos de alumbrar un agenciamiento colectivo de enunciación, capaz de hacer entrar en su dinamismo a individuos y grupos que quieran huir de las redundancias dominantes, pues solo el deseo puede leer el deseo.
En la primera parte, se constata que toda sujeción social está basada en modos de semiotización que “equipan” a individuos y grupos para “protegerlos” de su propio deseo, de sus agenciamientos creadores, de sus líneas de fuga potenciales, de sus devenires. Se trata de plasmar la ficción de que existe “un mundo”, conjurando la “evidencia” de los diferentes -y coexistentes- mundos posibles. La pregunta de Guattari es precisa: ¿es compatible la expresión individual y colectiva del deseo con una coordinación social eficaz a gran escala?
La segunda parte denuncia el rol de las teorías lingüísticas como otros tantos frenos a los agenciamientos liberadores, y perfila una pragmática que conjura los universales de la lengua, y reemplaza sus árboles por rizomas de conexiones polívocas en un plano de inmanencia.
El final presenta semióticas infra-individuales cuya sola evocación da prueba del método guattariano, y donde deslumbra su fuerza de creación desmesurada: rostridades, ritornelos, briznas de hierba, frases musicales, componentes en las que el elemento más frágil, inmaterial y artificial juega un rol de “pasaje” que nos hará oscilar desde formaciones pesadas, redundantes, hacia mundos de gracia y belleza.

Lo que viene

 Otra propuesta de los amigos de Cactus

Otro genial título de Cactus


Gilbert Simondon Imaginación e invención

Un año antes de este curso sobre Imaginación e invención (1965-1966), Gilbert Simondon había llegado a varias conclusiones en su Curso sobre la percepción. Una de ellas será de vital importancia en tanto empalme y punto de partida del análisis de la imagen mental: que la motricidad precede a la sensorialidad, es decir que hay tendencias motrices que operan sin necesidad de que exista aún percepción o encuentro del objeto. Por otro lado, y es el comienzo de este curso, que se puede pensar la existencia de la imagen sin necesidad de una conciencia imaginante o de una toma de conciencia reflexiva.
Cerca de Bergson entonces, y lejos de Sartre, Simondon nos presentará un ciclo de la imagen mental en cuatro fases, las antedichas tendencias motrices, imágenes pre-perceptivas; las imágenes que surgen en el encuentro entre el organismo y el medio, en la realidad perceptivo-motriz y su encuentro con el objeto; y la realidad de las imágenes-recuerdo que afloran el símbolo, posterior al encuentro con el objeto. El ciclo culmina en la saturación de la realidad simbólica que desemboca en la invención creadora. Y todo este ciclo vuelve a comenzar a otro nivel. Continuidad entonces entre imaginación e invención, pero entonces también entre naturaleza y técnica, y continuidad aun más profunda y fundamental en tanto todas las fases del ciclo de la imagen anuncian una expansión fuera del individuo, en una proyección amplificante, que culminando en la acumulación de las invenciones compatibilizantes, conlleva la incorporación de realidades ante todo no-humanas a un mundo que tiene sentido para el hombre.
Un mundo de objetos creados, variopinto pero donde no todo da igual, donde existen capas externas y superficiales, aquellas que colman nuestras necesidades de manifestación, otras capas –medias­– reproductoras de lo existente, donde reina la defensa a capa y espada de las formas con-sagradas, donde nada se gana y nada se pierde, y luego (y esta vale más para Simondon) una capa instrínseca, esencial, de la que dependen las otras, núcleo que desborda tanto lo dado como su formalización, entregando una solución siempre superior al problema que resuelve pues opera por amplificación, y que revela la auto-correlación estructural y funcional del objeto, auto-correlación en el sentido de que el objeto se reúne con sus propias formas implícitas.       
Cactus