De la escritura


Escribir no es contar los recuerdos, los viajes, los amores y los lutos, los sueños y las fantasías propios. La literatura sigue el camino inverso, y se plantea únicamente descubriendo bajo las personas aparentes, la potencia de un impersonal que en modo alguno es una generalidad, sino una singularidad en su expresión más elevada: 

un hombre, 
una mujer, 
un animal, 
un vientre, 
un niño... 
Las dos primeras personas no sirven de condición para la enunciación literaria; la literatura sólo empieza cuando nace en nuestro interior una tercera persona que nos desposee del poder de decir Yo (lo «neutro» de Blanchot).