OP: En el territorio de las artes, Deleuze hace
hincapié en demostrar una predilección por los artistas “intempestivos”: Van
Gogh, Artaud, Burroughs... ¿Esa posición –por más encantadora que pueda parecer
a los oídos del lector medio- no corre el riesgo de ser entendida de forma
estereotipada, de tratar a Deleuze en el gran circo mediático como una especie
de “filósofo maldito envuelto con autores igualmente malditos”?.
SR: Si definiésemos lo
“intempestivo” exactamente como la emergencia de una diferencia
desestabilizadora de las formas vigentes, la cual nos separa de lo que somos y
nos plantea una exigencia de creación, una obra de arte es aquella que se hace
como una respuesta a una exigencia de este tipo: a mi entender, es sólo cuando
eso sucede que se puede hablar de arte. Siendo así, es de esperar que los
autores que Deleuze elige como componentes de las cartografías que él traza
para cada una de sus cuestiones tengan con certeza algo de intempestivo,
incluso cuando muchos de ellos parezcan no tener nada en común. Ahora bien,
nuevamente aquí, considerar “malditos” tanto a Deleuze cuanto a los autores de
los que él se apropia, tiene que ver con una cierta relación con lo
intempestivo. Esta relación se define por una posición ética; lo intempestivo
sólo es maldito para quien no soporta encarar la finitud e insiste en alucinar
lo absoluto. De todos modos, una obra nunca tiene el poder de evitar los
contrasentidos. Una vez lanzada, ella será apropiada de las maneras más
imprevisibles, tantas como fuesen las posiciones desde las cuales se piensa.
Entrevista
a Suely Rolnik
O
POVO/Sábado. Fortaleza-CE. Sábado 18 de noviembre de 1995.