Nosotros no militamos en modo alguno por una estética de las cualidades, como si la cualidad pura (el color, el sonido, etc.) contuviera el secreto de un devenir sin medida. Las cualidades puras todavía nos parecen sistemas puntuales: son reminiscencias, bien recuerdos flotantes o transcendentes, bien gérmenes de fantasma. Una concepción funcionalista, por el contrario, sólo considera en una cualidad la función que cumple en un agenciamineto preciso, o en el paso de un agenciamiento a otro. Pues la cualidad debe ser considerada en el devenir que la capta, y no el devenir en cualidades intrínsecas que tendrían valor de arquetipos o de recuerdos fílogenéticos. Por ejemplo, la blancura, el color es captado en un devenir-animal, que puede ser el del pintor o el del capitán Achab, al mismo tiempo que en un devenir color, un devenir-blancura, que puede ser el del propio animal. La blancura de Moby Dick es el índice especial de su devenir-solitario. Los colores, las siluetas y los ritornelos animales son índices de devenir-conyugal o de devenir-social que también implican componentes de desterritorialización. Una cualidad sólo funciona como línea de desterritorialización de un agenciamiento, o que pasa de un agenciamiento a otro. Precisamente en ese sentido un bloque-animal es otra cosa que un recuerdo filogenètico, y un bloque de infancia es otra cosa que un bloque de infancia. En Kafka, una cualidad nunca funciona por sí misma o como recuerdo, sino que rectifica un agenciamiento en el que se desterritorializa, y, a la inversa, al que proporciona una línea de desterritorialización: así, el campanario de infancia pasa a la torre del castillo, la toma al nivel de su zona de indiscernibilidad para lanzarla a una línea de fuga (como si un habitante "hubiese hundido" el tejado). Si en el caso de Proust esto es más complicado, menos sobrio, es porque en él las cualidades conservan un aire de reminiscencia o de fantasma; y sin embargo, también en él son bloques funcionales que actúan, no como recuerdos y fantasmas, sino como devenir-niño, devenir-mujer, como componentes de desterritorialización, que pasan de un agenciamiento a otro.
D&G
Pintura: Jean Dubuffet. Casas en alquiler. París 1946