El hijo, el hijo del jefe, el hijo del enfermo, el hijo del labriego, el hijo del necio, el hijo del Mago, nacen con veintidós pliegues. La cuestión es desplegarlos. La vida del hombre entonces se completa. Bajo esa forma muere. No le resta pliegue alguno por desplegar.
Raramente muere el hombre conservando algunos pliegues sin desplegar. Ha ocurrido sin embargo. Paralelamente a esta operación el hombre forma su carozo. Las razas inferiores, como la raza blanca, ven más el carozo que el despliegue. El Mago ve más bien el despliegue.
Sólo el despliegue es importante. Lo demás no es sino epifenómeno.
H Michaux