No es posible quedarse en aficionado al arte o en erudito, No puede leerse este arte, es provocación y espejo. Efecto bumerán. Ese despellejado que contempla el espectador podría ser él en persona. Que nadie se alarme; por supuesto que es posible reconocer, sin esforzarse en exceso, a Michel Leiris o a George Dyer, a Lucian Freud o a Henrietta Moraes. Pero, dejando aparte esa identidad, lo que aquí se nos viene encima es una humanidad en caliente. Un pudridero, un robusto pudridero.
¿No se definía acaso Bacon a sí mismo como un optimista desesperado.?
Francis Bacon: las vísceras por rostro de France Borel