Borrarse –nos dice Deleuze- es hacer como la Pantera Rosa (el dibujo animado de las películas de Blake Edwards). ¿Qué hacía la Pantera Rosa? Pues pintaba la pared que había detrás de ella de color rosa y, de esta manera, pasaba inadvertida. Hacer que el mundo devenga rosa para devenir imperceptible, indiscernible, impersonal, devenir mundo.
Es de nuevo otra imagen de cómo emprender líneas de fuga. No se trata de huir del mundo sino de hacer que el mundo huya. El mundo huye (el mundo de la clasificación de la lógica binaria, el mundo en el que nuestra identidad se recorta, negro sobre blanco) cuando dejamos de hacernos de notar, porque somos mundo, porque somos como todo el mundo. Pero ser como todo el mundo es difícil, es un asunto de devenir, es hacer del mundo un devenir: no todo el mundo, ni mucho menos, hace de todo el mundo un devenir.
No es un juego de palabras. Hacer como la Pantera Rosa es hacer como la hierba: hacer del mundo un mundo comunicante, eliminando lo que nos impide estar entre las cosas y crecer en medio de las cosas. Se consigue a fuerza de eliminar, es cuestión de ascesis y de sobriedad. Mi territorio queda así fuera del alcance del lenguaje del ser, no porque sea imaginario, sino porque estoy continuamente trazándolo, como el nómada.
El resultado, cuando el mundo deviene rosa, cuando hemos devenido mundo, es que ya no tenemos nada que esconder (lo que se esconde es siempre lo mismo, cuestiones de amor y de sexualidad). Y no teniendo ya nada que ocultar, no podemos ser atrapados, el mundo huye, somos imperceptibles (deshacemos la lógica del amor, que es una lógica narcisista, porque habla fundamentalmente del yo, para devenir capaces de amar).
Texto de Maite Larrauri, Editorial Tándem
El deseo según Gilles Deleuze