Del estilo


Lo que se denomina un estilo, que puede ser la cosa más natural del mundo, es precisamente el procedimiento de una variación continua. Ahora bien, entre todos los dualismos instaurados por la lingüística, pocos hay menos fundados que el que separa la lingüística de la estilística: al no ser un estilo una creación psicológica individual, sino un agenciamiento de enunciación, no se le puede impedir que cree una lengua en la lengua. Supongamos una lista arbitraria de autores que nosotros amamos, citemos una vez más a Kafka, Beckett, Gherasim Luca, Jean-Luc Godard... Vemos que todos ellos están más o menos en la situación de un cierto bilingüismo: Kafka, judío checo que escribe en alemán, Beckett, irlandés que escribe a la vez en inglés y en francés. Luca, de origen rumano, Godard, y su voluntad de ser suizo. Pero eso sólo es una circunstancia, una eventualidad, y la eventualidad puede encontrarse en otra parte. Vemos también que muchos de ellos no sólo son escritores (Beckett y el teatro o la televisión, Godard y el cine, la televisión. Luca y sus máquinas audiovisuales): pues cuando se somete los elementos lingüísticos a un tratamiento de variación continua, cuando se introduce en el lenguaje una pragmática interna, uno se ve forzosamente abocado a tratar de la misma manera elementos no lingüísticos, gestos, instrumentos, como si los dos aspectos de la pragmática se unieran, en la misma línea de variación, en el mismo continuum. Es más, quizá sea del exterior de donde primero ha venido la idea, el lenguaje no ha hecho más que continuar, como en las fuentes necesariamente externas de un estilo. Pero lo esencial es que cada uno de esos autores tenga su procedimiento de variación, su cromatismo ampliado, su loca producción de velocidades y de intervalos. El tartamudeo creador de Gherasún Luca, en el poema Pasionnément. Otro tartamudeo, el de Godard. En el teatro, los susurros sin altura definida de Bob Wilson, las variaciones ascendentes y descendentes de Carmelo Bene. Tartamudear es fácil, pero ser tartamudo del lenguaje es otro asunto, que pone en variación todos los elementos lingüísticos, e incluso los no lingüísticos, las variables de expresión y las variables de contenido.


Deleuze-Guattari