El verdadero encanto de la gente es el lado en el que pierden un poco los estribos, es el lado en el que ya no saben muy bien dónde están. Eso no quiere decir que se desplomen –antes bien, se trata de gente que no se desploma, pero... si no aferras la pequeña raíz o el pequeño grano de la locura de alguien, no puedes amarle.