Las entidades espirituales, las ideas abstractas, no son lo que se suele creer: son emociones, afectos. Son innombrables, y no consisten sólo en la vergüenza, pese a que ésta sea una de las principales. Hay casos en los que el cuerpo da vergüenza al espíritu, pero asimismo los hay en los que el cuerpo le hace reír, o bien le hechiza. Siempre es el espíritu el que se avergüenza, cede, u
obtiene placer, o gloria, mientras el cuerpo «continúa obstinadamente atareado». Las entidades críticas afectivas no se anulan, pero pueden coexistir y se mezclan, componiendo el character del espíritu, constituyendo no un propio yo, sino un centro de gravedad que se desplaza de una a otra siguiendo los filamentos secretos de ese teatro de marionetas. Tal vez la gloria sea eso, ese querer oculto que hace que se comuniquen las entidades, y que las saca en el momento favorable. Las entidades se alzan y se agitan dentro del espíritu cuando éste contempla el cuerpo. Son los actos de la subjetividad. No son sólo los ojos del espíritu, sino sus Potencias, y sus Palabras.
obtiene placer, o gloria, mientras el cuerpo «continúa obstinadamente atareado». Las entidades críticas afectivas no se anulan, pero pueden coexistir y se mezclan, componiendo el character del espíritu, constituyendo no un propio yo, sino un centro de gravedad que se desplaza de una a otra siguiendo los filamentos secretos de ese teatro de marionetas. Tal vez la gloria sea eso, ese querer oculto que hace que se comuniquen las entidades, y que las saca en el momento favorable. Las entidades se alzan y se agitan dentro del espíritu cuando éste contempla el cuerpo. Son los actos de la subjetividad. No son sólo los ojos del espíritu, sino sus Potencias, y sus Palabras.