Dialógica.com.ar: Entrevista con el filósofo brasileño Luiz BL Orlandi


Entrevista con el filósofo brasileño Luiz BL Orlandi sobre la filosofía deleuzeana*.

Por Fernanda Bellei.

Traducción del portugués: Damian Kraus


Deleuze afirma que "no hay obra que no deje una salida a la vida, que no señale un camino entre los adoquines"1.

¿Cómo podemos interpretar esta afirmación?
¿No implicaría una actitud de corrección de la vida?

Deleuze dice eso no recurriendo pura y exclusivamente a la relación entre las obras y ciertos engranajes de la vida empírica; pero sucede que las obras tienen un poder de crear en la propia vida empírica los entretiempos que la elevan a dimensiones siquiera soñadas.


¿De qué manera distingue Deleuze voluntad de poder y voluntad de potencia?


Esa distinción es muy importante, pues la voluntad de potencia implica una forma superior de entrega a la obra que se está haciendo, e indaga al respecto de aquello que efectivamente quiere en nosotros; en otras palabras: cuando digo que quiero una cosa, o digo “tengo esto”, eso es todavía un proyecto de la conciencia, al paso que la voluntad de potencia se refiere a algo que en mí quiere, y de este algo no tengo plena conciencia. Es algo que remite a fuerzas que no controlo. Ahora bien, la voluntad de poder está en el nivel de una conciencia que pone su voluntad psicológica subjetiva por encima de otras cosas, o si no, tiene conciencia de una cierta correlación de fuerzas y quiere imponerse en esa correlación de fuerzas sin una intención, sin algo intenso en ella que lleve a constituir un estado superior a mi voluntad psicológica.


¿Qué hay en el pensamiento de Deleuze que atrae tantas atenciones en el mundo contemporáneo?


Existen dos niveles que deben considerarse. Están aquéllos que transforman el pensamiento filosófico en ‘megaopiniones’, en juegos variados de intereses incluso mezquinos, individualistas y narcisistas, y están aquéllos que hacen de la obra de un filósofo, en este caso, la de Deleuze, un arduo trabajo de atención conceptual. Y, por otra parte, existe algo importante que es el contacto de la no filosofía con el pensamiento filosófico, que es un contacto extraño y sumamente importante. Al igual que nosotros mismos encontramos en la música, por ejemplo, una atracción intensa y no somos músicos, este tipo de atracción es importante para la vida de cada uno, así como muchos sienten la atracción por un pensamiento nuevo. Aunque no haya en mí, por ejemplo, un dominio de la música, soy sin embargo tomado por ella y esto produce en mi vida entretiempos importantes, y así también existe todo un interés por Deleuze que no es un fingimiento intelectual, sino efectivamente vital, ya que se encuentra allí un pensamiento auténticamente volcado a una dramaturgia conceptual que no es extraña a las dramaturgias vividas.


¿Cómo piensa el mundo Deleuze partiendo de la lógica del cambio, del devenir?


Es difícil encontrar una visión del mundo en Deleuze. El mundo es para él un cruzamiento, es un huevo. Ahora bien, en el mundo existen estructuras duras, hay sistemas fuertes, un capital financiero dominante... Pero existen pulsaciones, existe una variabilidad permanente. Es esa complejidad la que impide que uno le imponga a ésta misma una visión de mundo ya sea o catastrófica o conservadora, sea cual fuere. Para Deleuze el mundo es una indagación permanente que ha de llevarse a cabo a cada encuentro. Pese a todo, hay que tener fe para que eso sea posible. Esa creencia deleuzeana es uno de los puntos más difíciles de develar, pues no es una creencia que hace las veces de caudatario de las creencias religiosas, es una creencia que nos lleva a preguntarnos por las propias razones e incluso que sea posible creer en el mundo, teniendo siempre la misma conciencia que él tenía cuando desarrolló los análisis referentes a la obra de Akira Kurosawa: el mundo es una problemática de la que vale la pena encargarse.


¿Cómo une Deleuze los afectos y la razón en su filosofía?


Llevemos el vocablo razón hacia la idea de pensar. Pues bien, los afectos nos obligan a pensar. Ése es el gran aporte de Deleuze a la filosofía: el sujeto no es tenido como origen voluntario del acto de pensar. Pensar es algo que se le impone al pensador, y éste es un pensador paciente de aquello que lo fuerza a crear. Por eso existe la idea de un recomienzo permanente en busca de la innovación y de que uno debe retomar este acto creativo, pero siempre sabiendo, siempre teniéndose la experiencia de que es como si fuera el chicotazo inicial de una problemática que te toma.


Durante la conferencia, usted dijo: “no podemos dejar que la palabra creación sea un monopolio de Dios”. ¿Cuál era el pensamiento deleuzeano sobre el teísmo?


Deleuze captura, prolonga y ‘vivifica’ una filosofía de la inmanencia absoluta, entonces no hay por qué recurrir a un Dios trascendente en él. La palabra creación se ubica en este juego difícil porque se la conectó a una iniciativa de vida. Ahora bien, esa potencialidad creativa ya existe, y por eso nos compete a nosotros hacer el esfuerzo de recomenzar lo nuevo, a sabiendas de que eso nuevo no es un monopolio del sujeto.



¿Cuál es la singularidad de la ética en Deleuze?


Eso es importante. Retrocedamos un poco y pensemos que la ética es, en última instancia, al menos desde el punto de vista de una de las dimensiones constitutivas del individuo, un cuidado permanente con su esencia singular. Necesito hacer un esfuerzo permanente para que los encuentros eleven mi potencia de vivir a punto tal que yo pueda transformar las pasiones, pues vivo en el mundo de las pasiones, de los encuentros casuales, y al menos crear las condiciones para que viva pasiones alegres, porque éstas me dan una señal de que mi singularidad, mi esencia singular o, por decirlo alguna manera, que mi grado de potencia se engrane con el aumento de mi poder de ser afectado. Cuanto más alegres sean estos encuentros, más tendré oportunidad de activar una pasión hacia una actividad. Así recupero aquello que es importante, que es la potencia de actuar y no solamente de ser paciente. Esta potencia de actuar se propaga como potencia de pensar, como potencia de sentir y de engranarme con virtualizaciones que me lleven a componer en esos encuentros un tercer individuo que sea más potente que yo mismo.


1 (Nota del traductor) DELEUZE, G. Pourparlers (1972-1990), París: Minuit 1990; Conversaciones (1972-1990), traducción al castellano de José Luis Pardo, Valencia: Pre-Textos, 1995, p. 202.

* Realizada luego de la clausura del Café Filosófico - Ética em Deleuze. Campinas: CPFL Cultura, 29 de agosto de 2008, conclusión del módulo Deleuze: uma filosofia aberta aos encontros.