La mejor manera, creo, de leer El Anti-Edipo consiste en abordarlo como un ‘arte’
[...]. Preguntas que se preocupan menos del porqué de las cosas que de su cómo.
¿Cómo se inserta el deseo en el pensamiento, en el discurso, en la acción? [...].
Diría que El Anti-Edipo [...] es un libro de ética.