El signo es del orden de una intensidad, nunca es un significante. Irrumpe desde una temporalidad que no es cronológica o histórica, en esta apertura se formula un problema en un nuevo campo de problematización. El campo es conceptual y afectivo, actualizado en el plano social, familiar, intelectual, económico, etc. Es justamente en este campo donde se da la conjunción entre pensamiento y pasión, o entre afecto y concepto. De allí que sea necesario hacer estallar la palabra para posibilitar que la fuerza del signo mueva al pensamiento.