Los tres contrasentidos sobre el deseo son, relacionarlo con la carencia o con la ley; como una realidad natural o espontánea; con el placer o incluso y sobre todo con la fiesta. El deseo siempre está agenciado maquinado, en un plano de inmanencia o de composición que debe construirse al mismo tiempo que el deseo agencia y maquina. Y no sólo está determinado históricamente sino que es el operador efectivo que en cada caso se confunde con las variables de un agenciamiento. Ni la carencia ni la privación, producen deseo: si hay carencia es con relación a un agenciamiento del que está excluido, si hay deseo es en función de agenciamiento en el que está incluido, (tanto que sea una asociación para el bandolerismo o para la revuelta). Máquina, maquinismo, “maquínico”: ni es mecánico, ni orgánico. La mecánica es un sistema de progresiones progresivas entre términos dependientes. La máquina por el contrario es un conjunto de “vecindad” entre términos heterogéneos independientes (la vecindad topológica es independiente de la distancia y de la contigüidad). Lo que define un agenciamiento maquínico es el desplazamiento de un centro de gravedad sobre una línea abstracta. Y, como la marioneta de Kleist, es ese desplazamiento el que engendra las líneas o los movimientos concretos. Si la máquina totaliza sus movimientos es porque una de las piezas es un hombre. Siempre hay una máquina social que es anterior respecto a los hombres y a los animales que incluye en su “phylum”.