Leyendo el Nietzsche de Gilles: El problema del eterno retorno




Todo lo anterior debe tomarse como una simple recensión de textos. Estos textos sólo serán elucidados en función de los siguientes puntos: la relación de las dos cualidades de la voluntad de poder, la negación y la afirmación; la relación de la propia voluntad de poder con el eterno retorno; la posibilidad de una transmutación como nueva forma de sentir, de pensar y sobre todo como nueva forma de ser (el superhombre). En la terminología de Nietzsche, inversión de los valores significa lo activo en lugar de lo reactivo (hablando con propiedad es la inversión de una inversión, ya que lo reactivo había empezado ocupando el puesto de la acción); pero transmutación de los valores o transvaloración significa la afirmación en lugar de la negación, y aún más, la negación transformada en poder de afirmación, suprema metamorfosis dionisíaca. Todos estos puntos no analizados aún constituyen la cumbre de la doctrina del eterno retorno. Apenas vislumbramos dónde pueda hallarse esta cumbre. El eterno retorno es el ser del devenir. Pero el devenir es doble: devenir-activo y devenir-reactivo, devenir-activo de las fuerzas reactivas y devenir-reactivo de las fuerzas activas. Y el devenir-activo es el único que tiene un ser; sería contradictorio que el ser del devenir se afirmase en un devenir-reactivo, es decir en un devenir nihilista. Si el eterno retorno fuera el retorno de las fuerzas reactivas se convertiría en contradictorio. El eterno retorno nos enseña que el devenir-reactivo no tiene ser. Y es también él quien nos enseña la existencia de un devenir-activo. Al reproducir el devenir, produce necesariamente el devenir-activo. Por eso la afirmación es doble: no se puede afirmar plenamente el ser del devenir sin afirmar la existencia del devenir-activo. El eterno retorno tiene pues un doble aspecto: es el ser universal del devenir, pero el ser universal del devenir se aplica a un solo devenir. Únicamente el devenir activo tiene un ser, que es el ser del devenir total. Regresar es el todo, pero el todo se afirma de un solo momento. Siempre que se afirma el eterno retorno como el ser universal del devenir, siempre que se afirma además el devenir-activo como el síntoma y el producto del eterno retorno universal, la afirmación cambia de valor y se convierte paulatinamente en más profunda. El eterno retorno como doctrina física afirma el ser del devenir. Pero, en tanto que ontología selectiva, afirma este ser del devenir como «afirmándose» en el devenir-activo. En el seno de la connivencia que une a Zarathustra y a sus animales, se advierte como crece un malentendido, un problema que los animales no comprenden, no conocen, pero que es el problema del hastío y de la curación del propio Zarathustra: «¡Oh, sois muy traviesos y testarudos! respondió Zarathustra sonriendo... ya lo habéis convertido en cantinela». La cantinela es el ciclo y el todo, el ser universal. Pero la fórmula completa de la afirmación es: el todo, sí, el ser universal, sí, pero el ser universal se aplica a un solo devenir, el todo se aplica a un único momento.


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