Al no ser el signo del límite como limitación de nosotros mismos o del lenguaje en función de la vida o de la vida en función del lenguaje, la exigencia de lo fragmentario se ofrece ahí, sin embargo, esquivándose, como juego de los límites, juego que aún no está en relación con limitación alguna. La exigencia de lo fragmentario: juego de los límites en el que ninguna limitación juega papel alguno; lo fragmentario, una disociación de límite y limitación, lo mismo que marca un hiato de la ley, hasta el punto que dicho hiato no queda retomado, comprendido, en la ley que, no obstante, es concebida como hiato.