Derrida ha visto claramente en que sentido el psicoanálisis, al menos en una de sus primeras intenciones, se opone al código; es un sistema de descodificación y por esto esa historia se echa a perder. Porque descodificación quiere decir, o bien leer un código, penetrar el secreto de un código, o bien quiere decir descodificar en sentido absoluto, es decir destruir los códigos para hacer pasar flujos en estado bruto; toda una parte del psicoanálisis se proponía hacer una descodificación absoluta de los flujos de deseo y no una descodificación relativa, hacer pasar a los flujos el muro de los códigos, y hacer manar los flujos de deseo en estado bruto. Ahí el psicoanálisis estaba muy próximo a la economía deseante y, propiamente hablando, a las máquinas deseantes, productoras de flujos de deseo, y esto lo vemos en textos de Freud como: "La interpretación de los sueños", donde dice: ¿qué distingue mi método de la clave de los sueños? La gran diferencia es que la clave de los sueños propone un código del deseo; Freud dice que ellos lo tienen todo previsto, que proponen un código sistemático: esto quiere decir eso, esa es la clave de los sueños; y en la perspectiva de una clave de los sueños, si se descodifica el sueño se lo hace en sentido relativo, es decir se descubre la cifra de su código. Ahora bien, Freud dice que el psicoanálisis no tiene nada que ver con eso, no traduce. Y Derrida lo muestra muy bien en su artículo sobre Freud, en "La escritura de la diferencia". El psicoanálisis opera una descodificación absoluta, traduce los códigos en flujos en estado bruto, y ahí, el psicoanálisis se opone a los códigos. De hecho, al mismo tiempo, y desde el comienzo, inventan un nuevo código, a saber: el código edípico que es un código aún más codificado que todos los códigos; y he aquí que los flujos del deseo pasan en la codificación de edipo, cualquier flujo de deseo, se lo abate en el grillete edípico. En ese momento el psicoanálisis se muestra cada vez menos capaz de comprender la locura, pues el loco es verdaderamente el hombre de los flujos descodificados.
Y Beckett es el hombre que ha mostrado esto de una manera viviente y convincente, las extrañas criaturas de Beckett pasan su tiempo descodificando las cosas, hacen pasar flujos no codificables. La operación social solo puede captar los flujos en relación con los códigos que operan sobre ellos, en la simultaneidad, separando los flujos deducidos de cadenas o de códigos, y el loco, ahí, hace pasar flujos sobre los cuales nada se puede deducir, ya no tiene códigos, hay una cadena de flujos descodificados, pero no se pueden cortar. Hay una especie de torrente o de falla del cuerpo, quizá eso es, después de todo, el cuerpo sin órganos, cuando sobre el cuerpo, o del cuerpo, manan, por polos de entrada y de salida, flujos sobre los cuales no se puede operar extracciones porque ya no hay códigos sobre los que se puedan operar las separaciones.
Y Beckett es el hombre que ha mostrado esto de una manera viviente y convincente, las extrañas criaturas de Beckett pasan su tiempo descodificando las cosas, hacen pasar flujos no codificables. La operación social solo puede captar los flujos en relación con los códigos que operan sobre ellos, en la simultaneidad, separando los flujos deducidos de cadenas o de códigos, y el loco, ahí, hace pasar flujos sobre los cuales nada se puede deducir, ya no tiene códigos, hay una cadena de flujos descodificados, pero no se pueden cortar. Hay una especie de torrente o de falla del cuerpo, quizá eso es, después de todo, el cuerpo sin órganos, cuando sobre el cuerpo, o del cuerpo, manan, por polos de entrada y de salida, flujos sobre los cuales no se puede operar extracciones porque ya no hay códigos sobre los que se puedan operar las separaciones.